sábado, 8 de marzo de 2014

El ángel exterminador (1962) de Luis Buñuel



"Si el filme que van a ver les parece enigmático e incoherente, también la vida lo es. Es repetitivo como la vida y, como la vida, sujeto a múltiples interpretaciones. El autor declara no haber querido jugar con los símbolos, al menos no conscientemente. Quizá la explicación de El ángel exterminador sea que, racionalmente, no hay ninguna."


Luis Buñuel 


Tras una opulenta cena en la mansión Nóbile de la calle Providencia, los invitados descubren que por alguna enigmática e inexplicable razón no pueden salir del salón donde se encuentran. De igual modo, y pese a que ellos lo ignoren, nadie del exterior consigue entrar en la mansión, de modo que se hallan aislados irremediablemente.


Como anuncia Buñuel en la declaración que hemos recogido para el encabezado de este comentario, buscar una explicación racional a los sucesos que acontecen en el filme seria un ejercicio inútil y, déjenme decirlo, agotador. En la película, la surrealista situación en que se encuentran los protagonistas se alarga durante varios días -en ningún momento se especifica la cantidad-, por lo que la hambruna, la sed, la suciedad y la enfermedad se apoderan del lugar, convirtiendo progresivamente la cortesía, la elegancia y las formas del tramo inicial en unos comportamientos cada vez más salvajes, primitivos e individualistas. Todo ello conforma una perfecta parábola que anuncia la descomposición de una clase social en sí misma.

La crítica a la burguesía es un elemento recurrente dentro de la filmografía de Buñuel, pero en ningún caso podríamos decir que es el eje vertebrador de El ángel exterminador, al menos no el único.


El tramo final es el más esclarecedor acerca del significado del filme. Los protagonistas, que llevan días encerrados en ese salón, hallan la vía de escapatoria mediante la colaboración grupal y dejando de un lado sus intereses u opiniones personales. Podríamos decir, pues, que el director de Calanda nos está transmitiendo ideas contrapuestas al individualismo enfermizo mediante el que actúan sus personajes.
Una vez consiguen salir, las personas que se habían reunido en el exterior de la mansión (agentes de la ley, curiosos...) consiguen entrar en ella y ambos grupos se encuentran en el centro de los polos que les han separado durante todo el metraje. Entendemos esta escena como una ilustración de las diferencias de clase (la burguesa, que no sale de la mansión, y la popular, que no es capaz de entrar en ella). Su encuentro en mitad del camino puede expresar perfectamente el pensamiento igualitario del autor. 


En la escena final, se reproduce el enigmático suceso, pero esta vez en la iglesia del pueblo y con cientos de personas. ¿Serán capaces de colaborar entre todos para salir de allí? Es una cuestión acerca de la naturaleza humana que Buñuel deja en el aire. 

Todo este argumento metafórico se sustenta en una magnífica dirección, que pese a los espacios reducidos y mediante una extraordinaria planificación mantiene la tensión dramática en todo momento. 

Se requiere de más de un visionado y ciertas reflexiones para llegar a comprender el film -en ningún caso en su totalidad- pero créanme que vale la pena.





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