lunes, 10 de marzo de 2014

El bazar de las sorpresas (The Shop around the Corner, 1940) de Ernst Lubitsch



"Hay quien ha venido al mundo para enamorarse de una sola mujer y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella"
José Ortega y Gasset




En una tienda de Budapest llamada Matuschek y Compañía, trabaja Alfred Kralik (James Stewart), un joven y excelente vendedor que un buen día responde a un anuncio del periódico mediante el cual mantendrá un romance por correspondencia. Con el tiempo, acabará por descubrir que la joven con la que mantiene dicha relación es una empleada de su misma tienda -Klara Novak (Margaret Sullavan)- con quien lleva meses discutiendo a diario. 


Brillante comedia romántica basada en una obra de Miklós László. La historia se sitúa en Hungría, donde en un reputado comercio conviven día a día sus trabajadores. Entre ellos se encuentra nuestro protagonista, Kralik, que se siente atraído por una mujer que jamás ha visto y con la que únicamente intercambia correspondencia. Como decíamos, la gracia del filme se encuentra en que esta mujer es otra trabajadora, Klara. Los dos enamorados -circunstancia que desconocen, claro- discuten permanentemente por cualquier cuestión en una divertida lucha de egos. 

Al mismo tiempo, los personajes secundarios juegan un papel importante en la película. El dueño de la tienda y sus problemas matrimoniales, el joven recadero y su lucha por ascender a vendedor etc. Estas subtramas completan esta redonda obra.


Con anterioridad ya hemos hablado en este blog sobre el "toque Lubitsch". Pues bien, ahora debemos afirmar que El bazar de las sorpresas es, a nuestro entender, el máximo exponente del mismo. Esta película, dirigida por cualquier otro director, sería un buen trabajo, pero el gran maestro Berlinés la impregna de tanta belleza emocional, de tal sensibilidad romántica, que sumada a ese efecto tan característico del que hablábamos la convierte en una obra maestra. 

La cinta transmite la misma vitalidad y frescura que la época del año en que transcurre la historia -nochebuena-, y está dirigida de manera tan magistral que uno acaba rendido ante la sutileza de la narración. 


Esta narración a la que hacemos referencia va en un crescendo constante que culmina en unos minutos finales simplemente esplendorosos, en los que reina la fraternidad y el amor. 

Mención aparte merecen las interpretaciones de la pareja de protagonistas, perfectamente acompañados por un elenco de secundarios entre los que se encuentran algunos habituales del cine de Lubitsch. Margaret Sullavan resulta tan encantadora que uno acaba sonriendo cada vez que la ve aparecer en pantalla.

Si son ustedes amantes del cine de Lubitsch, de los grandes clásicos, no se pierdan esta pieza única, pues les aseguro que hará estragos en sus emociones.






2 comentarios:

  1. ¡Hombre, Ortega y Gasset! el hombre más inteligente de la historia después de Aristóteles, hay una frase suya que me encanta, no sé si la habrás oído alguna vez; "En las creencias se está, las ideas se tienen".

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