viernes, 28 de febrero de 2014

La Guerra de los Mundos


Londres, 1904. Seis años después de la invasión alienígena, nuestro protagonista nos detalla desde su perspectiva como vivió aquellos días en los que la humanidad pudo haber sido destruida por unas extrañas criaturas procedentes del planeta Marte.


Obra de Herbert George Wells, 'La guerra de los Mundos' fue la primera novela que plasmó la invasión extraterrestre en nuestro planeta y desde un punto en que su tecnología era infinitamente superior a la de los humanos.

La historia de la Guerra de los Mundos se sitúa en el Londres de finales del s.XIX, un tiempo en el que la revolución industrial está ya consumada y la época victoriana está llegando a su fin. Nuestro protagonista (sin nombre) es un escritor que una noche en un observatorio ve unas explosiones en Marte que crean un revuelo científico. Días más tarde, un cilindro cae en la llanura de Horsell, cerca de donde vive. De ese cilindro salen unos marcianos parecidos a unos pulpos que lanzan un rayo ardiente que fulmina todo lo que toca.

Herbert George Wells

Debido a la diferencia de peso entre Marte y la Tierra, los extraterrestres no pueden casi moverse, cosa que hace que la población se tranquilice, pero a medida que van cayendo más cilindros, los marcianos crean una extraña máquina de guerra: un trípode con el que moverse libremente por la Tierra. Es entonces cuando empiezan a destruir todo lo que encuentran en su camino, miles de muertos y pueblos arrasados dejan constancia de su paso. Incluso Londres está en peligro. Nuestro protagonista se tendrá que separar de su familia y luchará por sobrevivir junto a personajes tan pintorescos como un soldado o un vicario.

El estilo de Wells es fino y trabajado pero a la vez sencillo, sin caer en detalles que no tengan demasiada importancia y sin elocuencia en sus palabras. El realismo del libro hace que realmente parezca una historia que sucedió y hace que te sumerjas en el libro. Otras obras destacables de H. G. Wells son 'La máquina del tiempo' y 'La isla del doctor Moreau'.

La influencia que ha tenido 'La Guerra de los Mundos' es incalculable, cualquier trama que tenga como eje central la invasión alienígena le debe mucho a Wells. Además, sus adaptaciones han tenido mucho éxito. Se ha llevado dos veces a la gran pantalla, la última de la mano de Spielberg en 2005 de forma fallida y la primera en 1952 por parte de Byron Haskin. Pero si la 'Guerra de los Mundos' es tan conocida hoy en día es gracias a sus adaptaciones radiofónicas. La primera y más famosa la realizó un joven Orson Welles en 1938 cuando atemorizó a los oyentes radiofónicos de New York y New Jersey con una invasión alienígena.


Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea...” -Orson Welles

Pero no ha sido la única vez, otra que obtuvo repercusión se realizó en Ecuador en 1949, Radio Quito retransmitió la Guerra de los Mundos copiando lo que había hecho Welles y volvió a crear pánico entre sus oyentes, tanto que hasta quemaron el edificio en el que se realizaba el programa.

La retransmisión de Welles lo catapultó a la fama y ha sido parodiada e imitada en mil y una maneras distintas, la muestra más reciente de ello la pudimos ver en el último programa de Jordi Évole sobre el 23-F.


"Antes de juzgarlos con excesiva severidad, debemos recordar que nuestra propia especie ha destruido completa y bárbaramente no tan sólo a especies animales, como el bisonte y el dodo, sino razas humanas culturalmente inferiores. Los tasmanienses, a despecho de su figura humana, fueron enteramente borrados de la existencia en una guerra exterminadora de cincuenta años, que emprendieron los inmigrantes europeos. ¿Somos tan grandes apóstoles de misericordia que tengamos derecho a quejarnos porque los marcianos combatieran con ese mismo espíritu?" -Fragmento de 'La Guerra de los Mundos' de H.G. Wells

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