lunes, 17 de febrero de 2014

Orson Welles inédito




El pasado miércoles 12 de Febrero se proyectó en la Filmoteca de Catalunya un material dirigido por Orson Welles que se creía desaparecido desde que en 1978 el propio director confesara, en una entrevista con Peter Bogdanovich, que la única cinta existente de la película se había quemado en el incendió que tuvo lugar en su residencia de Madrid. 

El film, que data de 1938, fue hallado en un depósito en Pordenone (Venecia-Friuli, al noreste de Italia) por personal del centro de arte Cinemazero en 2004, donde la trasladaron a la Cineteca de Friuli. Tras años de investigación, en 2012 se identificó la película como Too much Johnson, dirigida por Orson Welles tres años antes de su estelar debut en las salas con Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941). 


Un joven Orson Welles dirigiendo 


De la restauración del material se encargó la prestigiosa George Eastman House y su estreno tuvo lugar en La Giornata del Cinema Muto de Pordenone. La de Barcelona fue la cuarta proyección a nivel mundial y por lo tanto podemos afirmar haber asistido a un momento histórico. 

Tras esta breve y necesaria introducción histórica, llega el momento de hablar en mayor profundidad de la obra en sí, de Too much Johnson. 

A día de hoy, Orson Welles es conocido por ser uno de los más geniales cineastas de todos los tiempos, pero antes del estreno de Ciudadano Kane, el de Wisconsin ya era un personaje popular dentro de la cultura Norteamericana gracias a sus labores como director y actor teatral y a sus dramatizaciones radiofónicas. Pues bien, el carácter vanguardista de Welles le llevó a tomar la decisión de introducir fragmentos de una película como prólogo para los distintos actos de su nueva representación teatral, Too much Johnson, de William Gilette. 


Para ello, contó con sus colaboradores habituales en el teatro, entre los que se encuentran Joseph Cotten -a la postre célebre actor e integrante habitual de los repartos de Welles- y la que en ese momento era la esposa del director, Virginia Nicholson. Desgraciadamente, lo que acabó por suceder fue que la grabación cinematográfica se alargó y no se llegó al estreno de la obra, con lo que el material filmado quedó sepultado hasta su reciente descubrimiento. 

Lo que nos ha llegado de Too much Johnson es un material con un montaje en sucio, consistente en tres partes claramente diferenciadas y pensadas para los entreactos a modo de introducción de la historia que se contaría a posteriori. La cinta es completamente muda, y posee un carácter cómico que responde a la historia de enredos en que se basaba la obra, donde un marido encontraba a su mujer con el amante e iniciaba una eterna y disparatada persecución con la única referencia de una fotografía partida en dos, que tan solo permitía la identificación del amante mediante el reconocimiento de su frente. 

En Barcelona, pudimos disfrutar de los comentarios de Esteve Riambau -quien ayudó a la comprensión del material inconcluso-, del acompañamiento musical del maestro Joan Pineda -que adaptó la partitura original de Paul Bowles- y de la proyección, a modo de aperitivo, del primer cortometraje dirigido por Welles, un mero divertimento llamado The hearts of age. 

Llegados a este punto, merece la pena comentar dos aspectos de carácter estrictamente cinematográfico acerca de Too much Johnson. En primer lugar, las influencias claramente identificables en el Orson Welles cómico e inexperto de esta obra, y en un segundo, las imágenes de la misma que anunciaban el talento del director y que de algún modo recuperaría en trabajos posteriores.

En lo que respecta a las influencias, vemos a un Welles conocedor y admirador del cine de los grandes cómicos silentes, en los que se inspira descaradamente para las disparatadas situaciones que deben tener lugar en el filme. Así pues, el slapstick y los filmes de Charles Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd son en ese momento la mayor de las referencias para él. 


Joseph Cotten en Too much Johnson y Harold Lloyd en El hombre mosca 


Como vemos en la imagen superior, Welles toma una inspiración directa de estos cineastas de los años 20 a la hora de construir su cinta para el teatro. El caso de El hombre mosca (Safety Last!, 1923) con la ya mítica escena de Harold Lloyd colgando del reloj de un rascacielos es un buen ejemplo. 

Pero incluso diríamos que resulta de mayor interés ver como, pese a su temprana edad, Welles ya tenía un cierto estilo visual propio y consiguió crear imágenes en Too much Johnson que más tarde reproduciría, a gran escala, en sus grandes trabajos. Veamos algunos ejemplos:


Too much Johnson y Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941) 


Durante la película recientemente recuperada del director Estadounidense se produce una persecución entre un montón de cajas del mercado de Nueva York (a la izquierda). Esta secuencia, filmada desde un plano cenital, evoca irremediablemente la estremecedora escena final de Ciudadano Kane, en que la cámara se aleja de la mansión del protagonista permitiéndonos ver una estampa perfectamente equiparable a la de Too much Johnson, pero de mayor magnitud.


Too much Johnson y El cuarto mandamiento (The Magnificent Ambersons, 1942) 


También merece mención una escena del metraje en que los personajes son introducidos en carruaje. Irremediablemente, esto nos recuerda la escena inicial de El cuarto mandamiento, segundo largometraje de Welles donde también interviene Joseph Cotten.


Too much Johnson y El proceso (Le procès, 1962) 


Particularmente destacable nos parece esta última fotografía, pues ejemplifica el carácter expresionista que siempre tuvo el genial Orson Welles. Aquí podemos ver como treinta años después mantenía sus principios vanguardistas y como desde buen principio estuvo en posesión de su particular estilo, caracterizado por el uso de contrapicados y el expresionismo del que hablábamos. 

En definitiva, la proyección fue todo un acontecimiento del que nos alegramos de haber podido formar parte, un momento histórico que nos viene dado por la posibilidad de conocer los verdaderos inicios de un genio irrepetible.

El próximo año, 2015, se cumplirán cien años del nacimiento del director de Wisconsin, y en la Filmoteca de Catalunya ya anunciaron una programación especial a la altura de la importancia capital que Welles tiene en la historia del cine. Nosotros nos sumamos a ese sentido homenaje y prometemos rendir pleitesía a su figura. Hasta entonces, sigamos disfrutando del legado de Welles, recientemente ampliado. 

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