Sombrío, confuso, misterioso, enigmático, genio. Todos estos adjetivos suelen salir en mayor o en menor medida cuando sale el nombre del cantante de Joy Division. No estoy hablando de un
cualquiera, y es que con el paso de los años, Ian Curtis se ha
convertido en una de las mayores figuras del rock: ya sea por su
música, por su vida o, no hay que obviarlo, su trágica muerte. No
es mi intención hacer un escrito detallado de la vida u obra de este
intrigante e idolatrado personaje, no, querría limitarme a
puntualizar ciertos aspectos relevantes en su historia y buscar las
razones por las que un artista con una carrera musical tan corta ha
podido tener una influencia tan grande a lo largo de los años.
Ian Kevin Curtis nació
en Manchester en 1956, pero pronto se mudaría Macclesfield, una
ciudad cercana. Durante su adolescencia, Ian Curtis encontraba refugio
como tantos otros adolescentes en la música y en los libros, devoto
lector de Kafka y admirador de Bowie o Lou Reed entre otros, Ian
rápidamente rápidamente se interesó en el mundo artístico como
modo de escape de una sociedad industrial como era Manchester y sus
alrededores.
El punto de inflexión en
su vida se produjo en junio de 1976 cuando asistió a un concierto de
los Sex Pistols. Con el punk haciéndose cada vez más y más famoso
en Inglaterra, Ian Curtis se vio embriagado por el potente directo y
el anarquismo que derrochaban Johnny Rotten y compañía y se dijo a
sí mismo: “I can do that”. No sólo se vio impresionado por la
actuación de los Sex Pistols sino que en ese mismo lugar conocería
a Peter Hook y a Bernard Sumner, futuros integrantes de Joy Division.
Una de las claves de la
personalidad de Ian, y que no intentaba ocultar, era su condición de
epiléptico. Imitando los movimientos de un ataque de epilepsia, Ian
bailaba de forma estrambótica durante sus conciertos, como poseído.
Todo esto se unía a una identidad ya de por sí misteriosa y oscura
que ha hecho de Ian Curtis un personaje icónico de varias
generaciones.
Su voz también es de
resaltar, de tono muy grave, como de otro mundo, las letras del
propio Ian Curtis suenan imperiales con su tono. Esa forma peculiar
de cantar luego ha sido influencia e incluso podríamos decir que
imitado por otros cantantes como Paul Banks o Tom Smith.
Joy Division sólo pudo
realizar dos álbumes de estudio, un EP y algunos sencillos, pero
pese a eso, tiene un lugar en la historia de la música.
Su relato fue efímero pero potente y han dejado himnos como Love
will tear us apart, Disorder o She's lost control que todavía hoy
suenan como el primer día; con la misma magia con las que Ian las
concibió.
Como he comentado, Ian
Curtis sufría de epilepsia, pero además era adicto a ciertos
fármacos y tenía problemas con su mujer, con la que se casó a los
19 años, pese a eso, Ian mantuvo una relación con otra mujer
llamada Annik Honoré, persona que se dice que inspiró Love will
tear us apart.
Ian Curtis se suicidó la
noche del 18 de mayo de 1980, en la cocina, con una soga, tenía 23
años. Se ha hablado mucho sobre lo que hizo Ian Curtis aquella
noche, se da por buena la teoría de que se suicidó después de ver la
película Stroszek de Werner Herzog y mientras escuchaba el disco The
Idiot de Iggy Pop.
La juventud adora a Joy
Division, es un hecho. Es una de esas bandas que al igual que The
Smiths o Nirvana tienen su mayor público entre los jóvenes. Los
adolescentes encuentran en Ian Curtis un ídolo, alguien a quien
seguir y adorar. Escuchan en las oscuras letras de Joy Division cosas
por las que ellos creen pasar y problemas que tienen, y todo esto
sumado a ese aire tenebroso que rodeó a la banda hace que Ian Curtis
sea más importante 34 años después de su muerte de lo que lo fue
en vida.
Hoy en día Joy Division
son más famosos de lo que fueron nunca: camisetas con la portada de
su disco Unknown Pleasures se venden en grandes almacenes, muchos
grupos versionan sus canciones y todavía se siguen haciendo
recopilatorios, libros y películas sobre la banda. Nunca sabremos
como se habría tomado Ian el rumbo que tomaron sus compañeros de
grupo al formar New Order después de su muerte, pero lo que sí
podemos decir es que el legado de Joy Division es inmenso: es sin duda una de las
bandas clave en el post-punk y una de las más influyentes en la
música independiente del siglo XXI.
Test
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