"Escuché más de lo que estudié... por eso, poco a poco,
mi conocimiento y habilidad se desenvoluparon"
mi conocimiento y habilidad se desenvoluparon"
Si existe una sinfonía clásica, ésta surgió sin duda alguna gracias al talento y trabajo incansable de Franz Joseph Haydn. A diferencia del cuarteto de cuerda, éste no creo la sinfonía en sí, pero la desarrollo con una originalidad única en un recorrido de 104 composiciones.
El esquema equilibrado y homogéneo que adoptó logró sobrevivir a sinfonías posteriores a las de Beethoven, en obras -bajo modificaciones y la lógica evolución- como las de los románticos Felix Mendelssohn, Johannes Brahms o Anton Bruckner.
Las sinfonías del autor han sido divididas por los estudiosos en diferentes períodos y cabe destacar que la numeración es posterior a la muerte del compositor, por lo que no siguen el orden cronológico en que fueron compuestas:
Sinfonías Morzin (1757-1761)
Período inicial cuyo origen es la primera obra sinfónica del compositor, en 1757, bajo el mandato del conde Morzin en palacio. Éste duraría cuatro años y Haydn compondría alrededor de 13 sinfonías, de las cuales destacaremos las No.1-4 y No.27.
Las sinfonías de este período son de corta duración. Con el paso del tiempo el compositor irá alargando la duración y magnitud de sus sinfonías, labor que tras su muerte seguiría Beethoven de forma indirecta.
Sinfonías Eisenstadt
La estancia del compositor en Eisenstadt se ha dividido en tres sub-períodos dada la gran producción que el maestro llevó a cabo como kapellmeister en la residencia de la familia Esterházy.
Primer Período (1761-1765)
Muchas de las sinfonías de Haydn en este período se estrenaron en veladas musicales para la familia. Se conserva documentación importante sobre las actividades musicales del compositor y del conjunto que dirigía en el palacio de los Esterházy. En total compuso una veintena de éstas, destacando las tres primeras -No. 6 "Le Matin", No. 7 "Le Midi" y No. 8 "Le Soir"-, combinando el concierto grosso con el divertimento, el concierto, la suite y la sinfonía, formando el único ciclo de la producción sinfónica de Haydn.
En aquella época los compositores intentaban proporcionar una variedad constante de estructuras y texturas utilizando todos los recursos posibles para conseguir obras diferentes y evitar repetirse. Un ejemplo claro de ésto ocurrió en 1763, cuando la orquesta personal de Haydn fue ampliada con 4 intérpretes de trompa, aprovechándolo el maestro para componer la sinfonía No.13, una obra que explota los instrumentos de viento, o en 1974, cuando escribió las No. 21 y No. 22 con estructura de sonata da chiesa (forma barrica diseñada para ser interpretada en templos).
Segundo Período (1766-1774)
Punto de inflexión en el estilo del compositor. Éste se volvió más introspectivo y apasionado. A partir de este momento Haydn empieza a utilizar tonalidades menores añadiendo tensión a la armonía de sus obras. En estos años surgió una tendencia a volver a utilizar el contrapunto propio del barroco (considerado anticuado en todos los ámbitos excepto en la música sacra).
Este contrapunto juega cada vez un papel más importante en la música del austriaco, tanto en las sinfonías como en los cuartetos de cuerda.
Tras la muerte de su predecesor en la corte ha de ocuparse también de la composición de música sacra y decide centrarse más en los cuartetos, forma que tenía un poco olvidada. De las 25 compuestas en esta etapa, las más destacadas son la No. 26 "Lamentatione", No. 49 "La passione", No. 59 "El fuego", No. 44 "Sinfonia funebre" y No. 45 "Farewell".
Tercer Período (1775-1784)
Período poco innovador en el terreno de la sinfonía, que cada vez ocupa menos lugar en la producción del músico vienés. A partir de 1775 la ópera comienza a asumir un papel muy importante en Esterházy con Haydn a la dirección de los dos teatros del príncipe, con lo que apenas tenía tiempo para componer.
Compuso 19 sinfonías durante este período, la mayoría bastante superficiales, aunque con la típica perfección del compositor. Destacaremos la No. 53 "L'impériale", No. 63 "La Roxelane" y No. 73 "La Chasse".
Sinfonías de París (1785-1786)
En Francia, la música de Haydn poseía gran prestigio desde la década de los sesenta y algunas de sus sinfonías se habían estrenado en París obteniendo un éxito acaparador durante la primera mitad de los ochenta. En base a esto, el conde de Ogny (un importante impulsor de la composición musical de la época) junto con la Loge Olympique, le encargaron la composición de seis obras sinfónicas. Para asegurarse la aceptación de su petición ofreció una cantidad de dinero elevadísima, que dejó sin palabras al compositor, que hasta la fecha no había ganado dinero por la composición de sus obras.
Las sinfonías de este período son las No. 82-87, de las cuales destacaremos, aún siendo todas de una calidad similar, las No. 82 y No. 83. No cabe duda que el éxito de las sinfonías fue atronador.
Sinfonías Tost (1787)
Este corto período viene marcado únicamente por dos piezas, las cuales causaron múltiples dolores de cabeza al compositor, ya que tuvo problemas con su edición y publicación. Johann Tost, un violinista de su orquesta, fue el causante de los problemas. Estas dos obras sinfónicas, las No. 88 y No. 89, son de una calidad equiparable a las de París. La más notable de ellas es la 88.
Sinfonías del conde d'Ogny (1788-1789)
Impresionado por las sinfonías de París, el conde Ogny le encargó a Haydn la composición de tres obras para su goce personal, que serían las No. 90-92. A la vez, el príncipe de Oettingen-Wallerstein Krafft-Ernst le encargó otras tres. Al no tener tiempo para componer tantas obras, envió las mismas a los dos señores. Krafft-Ernst se dio cuenta pero confiando en la inocencia de Haydn le invitó para conocerlo y le encargó tres sinfonías más. La respuesta del compositor, sin embargo, fue entregar cuatro en vez de tres, concretamente las No. 93 y No. 96-98. De las siete obras de éste período sobresale con méritos la no.92.
Sinfonías de Londres (1791-1795)
Los dos viajes del compositor a Londres significaron, además de la más grande fama de la que había gozado nunca el compositor en toda Europa, la confección de las últimas doce sinfonías - de Londres o Salomon- de su generoso catálogo: las No. 93-104 y la sinfonía concertante Hob.I. 105.
Haydn se encontró en la ciudad con un nuevo marco para desarrollar su potencial artístico, con nuevos retos y el motor expresivo más libre que nunca. Con un gran número de recursos, consiguió alzar su lenguaje sinfónico a un nivel superior. Por ejemplo, con el uso de instrumentos solistas aislados e independientes de la masa orquestal o la inclusión de trompetas y timbales en los movimientos lentos para dar más calor a las melodías.
La genialidad de las tres últimas, las No. 102-104 (aún siendo todas las de este período de una calidad superior), suponen la cumbre de su arte sinfónico.
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