"Algo hay tan inevitable como la muerte, y es la vida."
Charles Chaplin
Charlot (Charles Chaplin), es acusado por la policía de un robo que no ha cometido. Debido a esto, se inicia una delirante persecución que acabará por llevar al protagonista a un circo en plena decadencia, donde será contratado gracias a sus dotes humorísticas. Allí se enamorará de una joven (Merna Kennedy) que al mismo tiempo se verá conquistada por el trapecista de la compañía.
El circo fue el último film que realizó Charles Chaplin en la década de los años veinte, y a su vez es una de sus obras más divertidas y graciosas. El personaje de Charlot vive en él mil y una peripecias, como de costumbre, y sufre una historia de desamor realmente sobrecogedora.
En el tramo final del film, Charlot sacrifica sus propios deseos y su amor hacia la protagonista pensando en el bien común y en la felicidad de los demás. Así, acaba por unir a su enamorada y al trapecista (Harry Crocker) en un feliz matrimonio, aceptando su solitario destino con la satisfacción de haber hecho aquello que era lo correcto.
Ésta es una lección más del humanismo que desprenden todos los films del extraordinario realizador londinense.
Nos encontramos ante uno de los trabajos con mayor ritmo e ingenio en la filmografía de Chaplin. La persecución inicial de la policía sobre el inocente Charlot, la delirante escena en la habitación de los espejos, el momento en que éste se encuentra encerrado en la jaula del león etc.
La secuencia final del film, en la que vemos al protagonista solo, dejado atrás por la compañía circense que se desplaza hacia un nuevo lugar, rodeado por la circunferencia de la que era la ubicación del circo, envuelto por una neblina de arena, es simplemente magnífico y sobrecogedor.
Él mismo, suele dar lugar a especulaciones sobre si Chaplin pretendía exponer visualmente cuales eran sus sentimientos sobre la llegada del cine mudo. Nosotros subrayamos dicha interpretación y además reafirmamos el éxito que obtuvo el director inglés en el sonoro. De haberlo sabido, seguro que su preocupación hubiese sido menor.
En conclusión, un excelente trabajo más de uno de los mayores mitos del séptimo arte, que destaca mucho más por sus cualidades humanas que puramente cinematográficas.
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