domingo, 4 de mayo de 2014

La hora del lobo (Vargtimmen, 1968) de Ingmar Bergman




"La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos..."



Johan Borg (Max von Sydow) es un pintor en plena crisis creativa que viaja a la isla de Farö con su esposa Alma (Liv Ullmann) para pasar el verano. Allí conocen a una peculiar familia, los siniestros Von Merken, que les invitarán a pasar la noche en su castillo.


Buscar una explicación plenamente racional a los filmes que Ingmar Bergman realizó en los años sesenta puede convertirse en un gran error. La hora del lobo se inicia con unos oscuros títulos de crédito acompañados de los típicos sonidos previos a la grabación de una escena. Esto mismo, debe entenderse como un aviso del director respecto a lo que estamos apunto de ver. Bergman nos va a presentar una ilusión, una película onírica que sigue la lógica de un sueño, o más bien de una pesadilla.

Alma, esposa del pintor, ejerce de narradora mediante la lectura del diario personal de su marido. En él se encuentran extrañas historias, claramente inspiradas en la obra de E.T.A Hoffman, que nos trasladan al interior de una mente enferma, torturada y enigmática.


El filme reflexiona acerca de la relación entre el artista y sus insaciables seguidores; el tormento espiritual que sufre el pintor, persona de gran sensibilidad, frente a las críticas por su trabajo, y también sobre el miedo que sufre éste al exponerse. Al fin y al cabo, estamos ante una película de terror, de terror psicológico y espiritual. Ninguno de los personajes que vemos en el castillo existe realmente, pues se encuentran en la psique de Johan, y son su gran tormento. 

Son muchas las virtudes a destacar de esta película; las sublimes interpretaciones que posee, el extraordinario trabajo de fotografía de Sven Nykvist, la aterradora banda sonora y por supuesto el guión (inmejorable, como siempre) de Bergman, y su trabajo tras las cámaras, que nos lega imágenes únicas y rompedoras y hace gala de un expresionismo efectivo e hipnótico.


También son muchas las escenas destacables, pues prácticamente podríamos hablar de cada una de ellas. En todo caso, destacaremos tres: El asesinato del niño por parte de un Johan desesperado (una de las escenas más brutales y a su vez geniales que un servidor haya visto), la representación en el castillo de un pasaje de La flauta mágica (una muestra más de la inteligencia del cineasta sueco y su capacidad para fundir las distintas artes en una sola), y el tramo final, en el que Johan acude al castillo en busca de su antigua amante, Verónica Vogler (Ingrid Thulin), y es humillado y vejado por los Von Merken.


Aterradora, angustiosa e hipnótica. Así es esta obra maestra de Ingmar Bergman, un viaje a la torturada psique de un artista y a su depredadora relación con el público. Decir que una película ocupa un puesto destacado dentro de la filmografía Bergmaniana ya es mucho, y La hora del lobo debe ser reconocida como tal. 






0 comentarios:

Publicar un comentario