martes, 30 de enero de 2018

El Fenómeno Quinqui; La España de los 80's [Contexto Histórico]

Antes de tratar el fenómeno quinqui en sí es fundamental asumir ciertos conceptos del contexto histórico en el que se desarrolla, éste es siempre un condicionante y en la España de los 70’s y 80’s en concreto, es absolutamente esencial. 

En la década anterior, España estaba en pleno proceso de apertura al mundo y aceptación de éste hacia el país antes marginado por gran parte de las naciones "demócratas". Esto se traduce de forma más o menos tangible en los  Planes franquistas de Desarrollo Económico y Social que granjean, como era de esperar, grandes cambios en las estructuras sociales del momento. La principal consecuencia fue el éxodo rural que llevó a la concentración y masificación urbanística.



Fruto de lo comentado se sobreocuparon ciudades como Barcelona y Madrid, actualmente las dos mayores del país, mediante una pésima planificación urbanística, permitiendo un altísimo grado de chabolismo. Los nuevos barrios sin alcantarillado, hospitales y escuelas surgieron formando periferias y grandes zonas dormitorio que, al llegar la crisis del petróleo y consecuentemente el aumento del paro, se hundirían -más si cabe- en la extrema pobreza. 



Las cifras del paro del que hablamos eran más que preocupantes, estadísticas oficiales del INE marcaban en la década de los 70’s una media de 2.200.000 parados cuando la población total era de 24 millones. Para que os hagáis una idea, actualmente hay alrededor de 5 millones de parados, un poco más del doble, pero también hay casi el doble de población total, 46 millones, por lo que podría asemejarse bastante a la situación actual si le sumamos la precariedad de 40 años atrás y obviamos la burbuja inmobiliaria y lo que eso conlleva. Además, lo alarmante es que tan solo el 27% se beneficiaba de la cobertura por desempleo y cerca del 60% era menor de 24 años buscando su primer trabajo. 

Como vemos, fue la juventud la que cargó con una gran parte del peso psicológico de la situación. La muerte de Franco debía insuflar cierta esperanza pero para esos chavales significaría más bien poco, la falta de perspectivas y de futuro son la esencia de los jóvenes que años más tarde impregnaría otros estratos sociales. 

Los descampados y las salas recreativas, pasaron a ser zona de encuentro y ocio de una juventud sin escolarizar (el 25% de los mayores de 14 años estaban fuera del sistema educativo en 1975), la delincuencia, una forma de subsistir (en 1981 había 47.8000 niños menores de 14 años en prisiones y reformatorios); y la droga, sobre todo la heroína, una desconocida forma de evadirse de todo eso por la que sentían curiosidad.



En los periódicos, desde las páginas de sucesos hasta las de papel cuché recogían el problema de dicha droga y de la inseguridad ciudadana. Estos asuntos se convirtieron en un tema central de la opinión pública, salpicando a todo tipo de publicaciones. Asimismo, los medios sensacionalistas alimentaban la historia de algunos de los personajes que se veían abocados a vivir esa vida y que acababan por convertirse en verdaderos mitos. 

El propio Eloy de la Iglesia, director característico del género y uno de sus máximos exponentes, mantuvo que “la delincuencia de estos chicos era la consecuencia de una sociedad agresiva, y responde a las ofertas de una sociedad de consumo a la que no tienen acceso”.

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