• Hay que estar bien alerta con todo intento de enmarcar un conflicto como es en este caso el de género, especialmente si se trata de uno con apariencia progresista.
  • La trabajadora actual vive en un mundo globalizado, víctima de la precariedad laboral y solo pudiendo sentirse parte de un proceso económico, sin una identidad cultural a la que aferrarse.
  • El sexo, el género, binario o no binario, fluido... tras el auge de luchas como la feminista o por la libertad sexual, muchas han sido las realidades de este tipo que se han puesto sobre la mesa.
  • Es importante retener 2 concepciones de la naturaleza del ser humano, la social, que constituye la base de la educación, y la política, que contribuye a la extensión de susodicha educación; porque, son 2 elementos fundamentales en la construcción y salud del sistema democrático.

domingo, 21 de junio de 2015

Luna de papel (Paper Moon, 1973) de Peter Bogdanovich



"Triste puedo estar solo; para estar alegre necesito compañía"

Elbert Hubbard 


En el oeste de Estados Unidos, durante los años de la gran depresión y la ley seca, un estafador que se dedica a vender Biblias a las viudas (Ryan O' Neal) se ve obligado a hacerse cargo de una niña huérfana (Tatum O' Neal), cuya madre fue una antigua amante suya. En el trayecto hasta Missouri, donde vive la tía de ésta, nace una amistad entre los dos protagonistas propiciada por los pequeños golpes que van dando por todo pueblo que visitan.


Peter Bogdanovich, cuya reputación se sustenta en su labor de crítico cinematográfico pero también en las películas de éxito que dirigió en los años setenta, emprendió este proyecto de la Paramount -que inicialmente contaba con la dirección de John Huston- e involucró a Ryan O' Neal, actor con quien había trabajado anteriormente, y a su hija, cuyo excelente trabajo seria reconocido por la academia de Hollywood con el premio a mejor actriz secundaria más precoz hasta el momento. 

La película, ambientada en un contexto histórico muy particular de la historia de Estados Unidos -el de los años treinta- y que juega un gran papel en el transcurso de los hechos que en ella se cuentan, está basada en la novela de Joe David Brown, y cuenta, en forma de Road Movie, la relación entre un estafador de poca monta, sin escrúpulos y desencantado de la vida y una niña que pese a haber perdido a su madre ve con ilusión el futuro y la nueva aventura que tiene por delante.

Todos los personajes secundarios que aparecen en ella desaparecen sin excesiva trascendencia, pues el elemento focal del filme es la evolución de la relación humana -muy conseguida y eficaz, por cierto- entre los dos principales.


Las reticencias iniciales dan pie a una cierta colaboración que les permite ganarse mejor la vida, pero no tardan en llegar las desavenencias y los conflictos, resueltos finalmente por el amor casi paterno-filial que nace entre ambos. Como resulta lógico, la joven huérfana está abierta a esta circunstancia desde el primer momento, e incluso pregunta a Moses -así se llama el "vendedor"- si es su padre biológico. Éste, sin embargo, trata de deshacerse de la niña desde un inicio. Es una suerte de free rider que lo único que desea es seguir su camino sin que nadie le moleste y preocuparse únicamente de como ganarse el pan del mañana.

Se dice que fue Orson Welles, amigo y gran referente de Bogdanovich, quien aconsejó que la película fuera rodada en blanco y negro a través de un filtro rojo para añadir contraste a las imágenes. Lo cierto es que la labor del director de fotografía -Laszlo Kovacs- y el resultado final son muy destacables.


Al parecer Bogdanovich también consultó con Welles el nombre de la película -la novela original se titula "Addie Pray" pero al cineasta neoyorquino no le convencía para el filme y buscó una alternativa- y éste le respondió con sorna que "Paper Moon" era tan bueno que no hacia falta ni rodar la cinta, pues podía venderlo por sí mismo.

Afortunadamente no le hizo caso y hoy podemos gozar de una notable película que obtuvo una enorme recepción por parte de la crítica internacional y, especialmente, por la estadounidense.






jueves, 18 de junio de 2015

Las 15 Mejores Sonatas para Piano del Clasicismo


1 - Ludwig van Beethoven - Op.27 No.2 Sonata No.14 'Moonlight'

Una de las producciones para teclado solista más sobresalientes de todos los tiempos -probablemente solo cuestionada por la sonata en si bemol de Franz Liszt- y la más famosa, debido a su primer movimiento.

La obra fue dedicada a la condesa Giulietta Guicciardi, una alumna de Beethoven que logro hacerlo disfrutar de un poco de felicidad después de años de soledad y tristeza. Por desgracia para el maestro, nunca pudo contraer matrimonio con ella.

El apodo de Claro de Luna apareció después de la muerte del autor, surgiendo del poeta alemán Ludwg Rellstab, quien comparó el primer movimiento con el claro de luna del Lago de Lucerna.

Como todos conocemos el inicio de la sonata, facilitaré el tercer y último movimiento, a mi parecer tan memorable como el primero.


2 - Ludwig van Beethoven - Op.106 Sonata No. 29 'Hammerklavier'

Con el sobrenombre de 'Gran Sonata para piano de Martillos', Beethoven presenta una de las sonatas más largas jamás compuestas (entre 40 y 50 minutos) y, para muchos, la pieza más difícil del repertorio pianístico.

En su publicación la acogida por parte del público fue nula y ningún pianista se atrevía a enfrentarse a tal obra. Al acabarla, el compositor se dijo para sí mismo que ya sabía componer y que esta obra no daría problemas a los pianistas que la ejecutaran 50 años tras su composición. Pero la realidad es que incluso 100 años después no se creía que la obra hubiese sido ejecutada correctamente. Se considera que fue Franz Liszt el primero en demostrar que se trata de una obra ejecutable.


3 - Ludwig van Beethoven - Op.57 Sonata No.23 'Appassionata'

El compositor llevó la virtuosidad pianística a un nuevo nivel de complejidad, y la fusionó con su nuevo estilo heroico mostrado también en la Sinfonia No.5 con esta violenta y apasionada sonata, una de sus favoritas del género.


4 - Wolfgang Amadeus Mozart - K.331 Sonata No.11

La más famosa y elevada sonata para piano que Mozart llegó a componer. La obra se inicia con un tema con siete variaciones muy agradable seguido de un animado minueto. Finalmente, la obra es encumbrada por la celebérrima 'marcha turca', la cual imita el sonido de las bandas turcas de Jenízaros.


5 - Ludwig van Beethoven - Op.13 Sonata No.8 'Pathetique'

La mejor sonata de la etapa inicial de Beethoven. Es considerada una obra fundamental en la producción pianistica, entre otros méritos, por ser de las primeras de corte pre-romántico. En el primer movimiento de esta sonata aparece por primera vez una introducción 'grave', que suscita elementos de dolor atenuados por momentos de luz.

El segundo y tercer movimiento son muy conocidos y poseen una gran belleza.


6 - Muzio Clementi - Op.50 no.3 'Didone Abbandonata'

La obra maestra de un genio olvidado. El primer movimiento es uno de los mayores logros del clasicismo al teclado, de una expresividad inaudita. Al igual que las últimas sonatas de Beethoven, son en gran parte de corte romántico.


7 - Wolfgang Amadeus Mozart - K.310 Sonata No.8

Escrita en París tras la muerte de la madre del compositor. Figura entre las mejores obras para piano del clasicismo temprano.


8 - Franz Joseph Haydn - Hob. XVI:49 Sonata No.59

Sonata que marcó el  inicio de la madurez del estilo de Haydn. Me gustaría recomendar también la Sonata 32 del compositor, la cual se ha quedado a las puertas de entrar en la lista.


9 - Ludwig van Beethoven - Op.31 No.2 Sonata No.17 'Tempest'

Al igual que con su sonata "Moonlight", el sobrenombre de ésta no surgió hasta después de la muerte del autor. El nombre viene dado por su primer biógrafo Anton Schindler, quien afirmó que Beethoven se inspiró en la obra homónima de William Shakespeare, aunque los expertos no están seguros de que sea cierto. Aunque el titulo quizás haga referencia a la obra del dramaturgo inglés, el carácter apocalíptico del primer movimiento de la sonata parece representar la furia inestable de una tormenta.


10 - Wolfgang Amadeus Mozart - K.282 Sonata No.4

Compuesta alrededor del año 1774, esta es la primera sonata sobresaliente que escribió el compositor. Tanto su datación como su clasificación como sonata No.4 han sido puestas en duda en varias ocasiones.



11 - Jan Ladislav Dussek - Op.77 'L'invocation'


12 - Leopold Kozeluch - Op.20 No.3


13 - Ludwig van Beethoven - Op.53 Sonata No.21 'Waldstein'


14 - Muzio Clementi - Op.50 No.2


15 - Wolfgang Amadeus Mozart - K.545 Sonata No.16



miércoles, 17 de junio de 2015

El sur (1983) de Víctor Erice



"Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario, la hacen más profunda."

Gustave Flaubert

En una remota localidad del norte de España vive Estrella, una niña de apenas 9 años que comparte sus días junto a sus padres, un médico y zahorí andaluz (Omero Antonutti) y una profesora represaliada tras la guerra. La admiración inicial de la pequeña por su padre da paso al misterio que acompaña el pasado de éste.  


Pese al éxito obtenido con El espíritu de la colmena (1973), el cineasta vizcaíno Víctor Erice no volvió a dirigir una película hasta diez años después, cuando encaró un proyecto basado en una historia de Adelaida García Morales titulada El sur. Así nació esta conmovedora cinta -la segunda y última de ficción que ha dirigido su autor- no exenta de problemáticas, pues Erice nunca llegó a filmar la totalidad de su guión debido a que el productor Elías Querejeta canceló el rodaje aludiendo motivos económicos. Lo cierto es que ha habido discusiones acerca de los motivos o la conveniencia de detener la historia sin su parte final, y todos los implicados han dado su opinión al respecto. De lo que no cabe duda es de que, aunque el precipitado fin de la historia alienta su vertiente enigmática, todos los cinéfilos y amantes del arte debemos lamentar que Erice nunca pudiera completar su segunda película, así como de que no se haya prodigado posteriormente en la realización de largometrajes.

Sea como fuere, El sur se mantiene vigente como una de las cintas más relevantes de la cinematografía española. Sin ir más lejos, fue elegida en 1996 por críticos y profesionales del cine como la sexta mejor película española de todos los tiempos. Desde aquí no podemos más que sumarnos al gran colectivo que conforman los admiradores de esta película y tratar de perfilar algunos de los motivos que nos inducen a tal pleitesía. 


En El sur, igual que hizo con su ópera prima, Víctor Erice utiliza una niña para hablar acerca del mundo de los adultos y de la España de la posguerra. Estrella es una joven que, como todos alguna vez, admira a su padre. Este personaje, que en realidad es el gran protagonista del filme, es un médico y zahorí que abandonó su tierra natal, Andalucía, debido a discrepancias ideológicas con su padre, un franquista. La fascinación que las capacidades de Agustín causan en su hija vienen envueltas en un halo de misterio que Erice esboza con suma elegancia y prodigiosa destreza. Poco a poco, y con el paso del tiempo, la niña va indagando en el pasado de su padre, y con ello no consigue más que ahondar en un misterio que es incapaz de resolver. Al mismo tiempo, empero, los espectadores asistimos a la sutil evolución de un personaje de carácter casi místico en sus inicios y que poco a poco se va volviendo más humano a nuestros ojos, hasta que descubrimos la enorme soledad en que vive y la tortura a la que le someten los recuerdos de su pasado.

A grandes rasgos, y sin entrar a desvelar cuestiones muy concretas del metraje, esa seria la base de la cinta. Erice se vale de esta historia para hablarnos de multiplicidad de cuestiones al mismo tiempo: La soledad, el amor, la pérdida, los remordimientos, la posguerra... Todo ello envuelto por una suave cortina de humo que es la realidad del mundo desde el punto de vista de una niña incapaz de comprender aquello que ve, siente e intuye.

   
El contraste establecido entre el frío y solitario norte y el cálido sur pierde algo de vigor debido a la ausencia del metraje que trascurría en Andalucía, pero aún así las constantes referencias a éste y las ansias de Estrella por conocer la tierra en la que nació y creció su padre compensan ese déficit. Además de la excelente labor de los intérpretes -en especial un soberbio y melancólico Omero Antonutti- y la mano maestra de Erice, cabe destacar el sublime trabajo de fotografía de José Luis Alcaine, quien nos lega escenas para el recuerdo -sin ir más lejos la que abre la película.

En definitiva, un ejercicio cinematográfico de primer nivel que evoca una contenida nostalgia capaz de llegar al alma del espectador. La escena que da pie al tramo final, en la que padre e hija comparten una comida mientras suena una pieza musical que les recuerda tiempos más felices y que resultarán ser los últimos momentos que compartan juntos es sencillamente memorable. Una obra maestra.





    

martes, 2 de junio de 2015

El puente (Die Brücke, 1959) de Bernhard Wicki



"La guerra es dulce para aquellos que nunca la han experimentado"

Erasmo de Rotterdam


Alemania, primavera de 1945. En una pequeña población del oeste de la geografía germánica un grupo de muchachos y sus madres conviven con la incertidumbre de cual será su destino, pues la situación del Imperio Nazi es límite y ya no quedan hombres para defender las posiciones del eje. Esto hace que los niños capaces de llevar un arma sean llamados a filas, ante la desesperación de sus madres.


Estremecedor y arduo filme antibelicista que denuncia unos hechos acaecidos en Abril de 1945, cuando el ejército Nazi se encontraba ya derrotado, con las tropas aliadas ocupando territorio alemán en el este y el oeste, y aún así defendió cada población hasta las últimas consecuencias, llamando a filas si era necesario a muchachos de apenas dieciséis años.  

Bernhard Wicki, más conocido por su faceta de actor y por haber dirigido los episodios alemanes de la superproducción Hollywoodiense El día más largo (The Longest Day, 1962) -que narraba el famoso desembarco de Normandía desde el punto de vista de los dos contendientes- dirige aquí su obra maestra, un filme reposado y bien construido que además de narrar los horrores de la guerra -que se hacen el doble de terribles al tener como víctimas a simples muchachos- responde a numerosas cuestiones sobre la sociedad alemana de la época.


El filme se estructura en dos partes bien diferenciadas: La primera nos narra la vida en el pueblo antes de que este sea atacado por los aliados. Este es un tramo del metraje sumamente interesante. En él, conocemos a los protagonistas de la historia -simples muchachos que van a la escuela, juegan entre ellos, hacen gamberradas como beber alcohol a escondidas o flirtean con chicas- y a sus familias, hecho que nos permite profundizar en el carácter de cada uno de ellos y realizar una detallada fotografía de la sociedad alemana en los últimos meses de la guerra. 

La mayor parte de los muchachos han perdido a sus padres, y los que no tampoco guardan una especial relación con ellos. La mayor parte de las madres sufren por el trágico destino que se les avecina, especialmente al ser conscientes que sus hijos podrían terminar en el frente. La excepción está en la familia más acomodada del pueblo, una familia de oficiales donde el orgullo de la raza aria se hace más patente que en ningún otro lugar. Los chicos, por otra parte -y esta es la clave de la historia- se encuentran ilusionados con la idea de ser llamados a filas. Sueñan con servir a su gran patria y convertirse en héroes, ajenos a los horrores que supone entrar en combate y que más tarde descubrirán.

La segunda parte es aquella que narra los sucesos desde que los chicos dejan atrás sus familias para incorporarse al servicio militar. Tras un solo día de instrucción, se ven obligados a entrar en acción por la urgencia de la invasión americana, pero un general, en vista de que no podrán hacer frente a la primera línea de fuego, los envía a la retaguardia a cubrir, por pura coincidencia, el puente que da entrada a su población. Este no será, sin embargo, un buen refugio para ellos.

    
En definitiva, un filme desgarrador que gracias al buen trabajo realizado con sus personajes y a la contextualización histórica consigue involucrar al espectador en el conflicto que termina deviniendo. El puente es un firme alegato en contra de todo aquello que supone una guerra y que Wicki, nacido en 1919, conocía bien, pero también es una película histórica que pone en relieve la influencia que el fascismo tiene en los jóvenes y en las actitudes que estos toman. Una historia tremenda que merece ser reivindicada.






domingo, 31 de mayo de 2015

Instrumentos del Mundo: El Órgano y sus máximos exponentes


El órgano es un instrumento musical de aire insuflado (como el acordeón o el armonio) clasificado como instrumento de viento y teclado.

Los sonidos se generan haciendo pasar aire por tubos de diferentes longitudes al pulsar una tecla o otro, tradicionalmente se suministraba el aire por medio de fuelles movidos a mano, actualmente se tiende a suministrar mediante compresores.

Posee diferentes registros o sonidos, que son accionados mediante unas palancas o botones alrededor del lugar donde el interprete se sitúa para tocar el órgano, cuyo timbre dependerá de las características materiales del propio instrumento. El órgano se toca con manos y pies, convencionalmente poseen más de un teclado superior y otro, de considerable tamaño, en la parte inferior de éste para los pies.


El origen del instrumento se remonta a la antigua Grecia, creado bajo el nombre de Hydraulus por un ingeniero griego llamado Ctesibios para entretener musicalmente los juegos. En su estado primitivo el instrumento solo servía para tocar sonidos al azar, más adelante se agregaron más tubos, los registros - para impedir que todos los tubos sonasen a la vez- y un teclado para permitir la composición.



Aproximadamente durante el siglo XII surgió un órgano pequeño muy popular llamado Portativo o Órgano Portátil, usado habitualmente para acompañar a los gladiadores en el circo y más tarde en las procesiones de la iglesia.


Era lo suficientemente pequeño como para poder suspenderlo del cuello con una correa o cadena, o bien apoyarlo sobre las rodillas. El interprete accionaba los fuelles con una mano y tocaba las teclas que producían los sonidos con la otra.

https://www.youtube.com/watch?v=AO6Hsf3xeuM


Como hermano mayor del Portativo surgió el Positivo, instrumento para tocar con las dos manos que se colocaba sobre una mesa o en el suelo mientras otra persona movía los fuelles.

 "Chant d'Amour" de Edward Burne-Jones

El siglo XV fue su época de esplendor, usándose tanto para la música religiosa como secular como acompañamiento del canto o formando parte de pequeños conjuntos instrumentales. Durante el barroco se utilizó en la ejecución del bajo continuo en obras corales y demás, a mediados del siglo XVII se empleó para la interpretación de música eclesiástica.
  


En las Iglesias habitualmente se encontraba un Gran Órgano encima de una tribuna y un Positivo colocado cerca del primero. Llegó el momento en que se acopló el teclado del Positivo debajo del del Gran Órgano para no tener que cambiar constantemente de instrumento, por esto en los órganos de acción mecánica, como habrán visto algunas veces en vídeos o en directo, las teclas que toca el interprete en un teclado bajan solas en los demás como si se estuviesen tocando a la vez.

Con el paso del tiempo se creó el Pedalero, el teclado inferior para ser tocado con los pies. El problema y/o necesidad de sostener algunas notas por largo tiempo impidiendo soltar los dedos de las teclas se solucionó, con el Pedalero el interpete es capaz usar los pies para, por ejemplo, tocar el bajo continuo de la obra o otro tipo de acompañamiento y dedicar sus manos a múltiples melodías. Finalmente evolucionó a un largo teclado con 30 teclas aproximadamente que permitía poder tocar con los dos pies con la misma destreza que con las manos.


Después de estos cambios y avances en el instrumento, el órgano se volvió uno de los principales instrumentos hasta entrado el clasicismo musical. Se escribió muchísima música para éste, principalmente en Alemania, España, Francia, Inglaterra y Italia (durante el período medieval-renacentista-barroco), donde cada país desarrolló su órgano y estilo característico.

Durante el clasicismo (sobretodo desde la etapa de W.A. Mozart) el instrumento fue prácticamente ignorado por la pujanza de la música instrumental de conjuntos y el perfeccionamiento del piano.

Durante el romanticismo y tras la recuperación de la obra de los maestros del barroco, músicos como Johannes Brahms o más posteriormente Max Reger compusieron obras memorables.

https://www.youtube.com/watch?v=3Z6-oZX_Pyo

HABLAR DEL ARMONIO

Para acabar mencionaré el Armonio, instrumento de apariencia similar al órgano pero sin tubos y de mucho menor tamaño inventado en Alemania a principios del siglo XIV y  desarrollado en Francia a partir del siglo XIX.

https://www.youtube.com/watch?v=viXcfnMJtqI




Grandes Organistas


Dietrich Buxtehude (1637-1707)


Compositor y organista danés que ocupó desde 1668 hasta su muerte el cargo de organista en la iglesia de Santa María de Lübeck. Su prestigió fue tal que Johann Sebastian Bach -quien se inspiró en su obra para sus propias composiciones- caminó 300 Km para oírlo tocar, también recibió la visita de Georg Friedrich Händel. Compuso casi 300 obras de sobresaliente calidad, pero es recordado mayormente por su producción organistica donde destacaremos las obras: Passacaglia BuxWV 161, Toccata in D minor BuxWV 155, Ciacona in E minor BuxWV 160, Fugue in C Major BuxWV 174, "Erhalt uns, Herr, bei deinem Wort", BuxWV 185,  Prelude in E major BuxWV 141. A mi parecer uno de los mejores compositores olvidados del barroco.


Johann Pachelbel (1653-1706)


Comúnmente se desconocen las obras para órgano del sacralizado compositor barroco. Aún siendo el "canon en re" su mejor obra, sus composiciones para órgano ocupan prácticamente la totalidad de su repertorio. Además de sus 95 fugas sobre magníficat de las que ya hablamos en la entrada del compositor, destacaremos las obras: Ciacona in F minor, Prelude & Fugue in D minor, "Komm, Gott Schöpfer, Heiliger Geist", Toccata in E minor, Toccata in G minor, Toccata in C minor. "Was Gott tut, das ist wohlgetan"


Johann Sebastian Bach (1685-1750)

Maestro de maestros, Johann Sebastian Bach es incontestablemente el mayor organista de la historia, tanto por la calidad y profundidad de sus composiciones como por el extraordinariamente excelso catalogo que legó. Durante su vida fue conocido principalmente como organista y por su legendaria capacidad de improvisación en el instrumento. Lista de obras importantessssss

https://www.youtube.com/watch?v=_W4PJUOeVYw

Max Reger (1873 - 1916)

A menudo considerado el mayor organista desde Johann Sebastian Bach. Su producción para órgano se ha ganado un lugar firme en el repertorio habitual. El órgano era el instrumento perfecto para satisfacer la pasión de Reger por el contrapunto. Las obras más importantes del compositor son "Introduktion, Passacaglia & Fuge e-moll, op. 127", Fantasie un Fuge d-moll Op.57 "Inferno Fantasie"", Fantasie un fugue über B-A-C-H Op.46 (una de las más difíciles del repertorio), "Introducction & Passacaglia in d" y las sonatas para órgano

https://www.youtube.com/watch?v=qL9J5kcZzSU






Posibles: Louis Vierne


Otros Organistas Importantes

François Couperin 

Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736) - Link

Henry Purcell - Link

César Auguste Franck - Link

Felix Mendelssohn (1809-1847) - Link

Camille Saint‑Saëns (1835-1921) - Link

Johannes Brahms (1833-1897) - Link

Johann Christoph Kellner (1736-1803) - Link
Jehan Alain (1911-1940) - Link
Eugène Gigout - Link
Charles Marie Widor - Link
Marcel Dupré - Link
Alexandre Guilmant (1837-1911) - Link
Franz Schmidt - (1874-1939) - Link


Obras para organo de otros compositores

Georg Friedrich Handel - Conciertos para Organo

Wolfgang Amadeus Mozart - Fantasia

Robert Schumann - Seis estudios para Organo Op.56 - Link

Franz Liszt - "Les Préludes" & "Ad nos ad salutarem undam" - Link

Carl Nielsen (1865-1931)

Edward Elgar - Adagio for strings orchestra, harp and organ Op.70 - Link

sábado, 30 de mayo de 2015

El fotógrafo del pánico (Peeping Tom, 1960) de Michael Powell



¿Sabes que es la cosa más aterradora del mundo? El miedo.


Mark Lewis (Carl Boehm) es un joven que trabaja como cámara en unos estudios de cine británicos y que aspira a ser director algún día. En su tiempo libre realiza fotografías pornográficas para el dueño de un quiosco y graba con su cámara de mano un enigmático documental. Mark es un perturbado que tiene como obsesión retratar las emociones humanas más extremas, especialmente el terror, y para ello asesinará a jóvenes muchachas mientras les filma un primer plano.


Terrorífica y rompedora cinta que en su día, y dentro del contexto de una sociedad ultra-conservadora como la británica, cosechó un tremendo fracaso de público y recibió las más duras críticas por parte de los expertos, además de sufrir los cortes de la productora. Afortunadamente el paso del tiempo la ha puesto en el lugar que merece y hoy su categoría de obra maestra del terror y la influencia que tuvo dentro del género están fuera de toda duda.

La película es un ejercicio sereno y sobrio, como era habitual en Michael Powell, acerca de cuestiones moralmente delicadas como el vouyerismo -de ahí el título original del film, Peeping Tom, expresión que usan los anglosajones para designar a la persona que realiza dichas prácticas-, la pornografía o el terror. Pero la cinta también gira entorno al fascinante mundo de la cámara, que aquí es prácticamente un actor principal, ya que Mark la lleva siempre con él y en numerosas ocasiones -nada más y nada menos que en la escena inicial, por ejemplo- el director nos muestra su punto de vista. La capacidad de ésta para captar las emociones humanas obsesionará al protagonista y al propio espectador durante los más de noventa minutos de metraje. 


El éxito de la película, empero, se sustentara en el realismo conseguido gracias al notable desarrollo psicológico de los personajes, en especial el del protagonista, un joven depravado que de pequeño sirvió como conejillo de indias a su padre, un científico que investigaba la psique humana y el mundo del sueño y las pesadillas. Por ello, Mark se ve desde muy pequeño enfrentado a la que posteriormente será su inseparable compañera, la cámara, puesto que su padre querrá rodar todo su proceso de crecimiento. Lo peor para el niño es que no se conformará con eso, sino que le provocará pesadillas y le despertará bruscamente para ver como reacciona y así poder grabarlo.

Estas torturas, sumadas a la prematura muerte de su madre, hacen de Mark el psicópata que ahora es, y que Michael Powell no trata de ocultar ni un momento, ya que en el inicio del filme nos descubre la identidad del asesino -otro elemento impropio de las cintas del género. Su interés no es que el espectador se pregunte quién es el asesino, sino cómo mata a sus víctimas y porqué.


En definitiva, una escalofriante cinta, con secuencias para el recuerdo -especialmente aquellas en que se cometen los crímenes, perfectamente elaboradas por Powell- y que marcó tendencia dentro del género de terror, en el que se tomó la técnica del punto de vista del asesino y su mentalidad perturbada como referencia para futuras producciones. La polémica que suscitó dentro del Reino Unido prácticamente dejó en stand by la brillante trayectoria de Michael Powell, que seguramente esta vez fue más allá de lo que los espectadores podían asumir. 






miércoles, 27 de mayo de 2015

Mad Max: Furia en la carretera (Mad Max: Fury Road, 2015) de George Miller



Mi nombre es Max. Mi mundo se reduce a un solo instinto: Sobrevivir. 


Perseguido por su pasado, Max (Tom Hardy) cree que la mejor forma de seguir adelante en este mundo es viajar sólo por las solitarias y desérticas carreteras que se encuentra. Sin embargo, es arrestado por unos maleantes y se ve involucrado en una frenética persecución que trata de dar caza a Furiosa (Charlize Theron), una Emperatriz que ha huido de la ciudadela del tiránico Immortan Joe con cantidades ingentes de gasolina y algo todavía más apreciado por el dictador: su elenco de esposas.


George Miller retoma -varias décadas después- su aclamada trilogía de ciencia ficción de los ochenta en esta trepidante cinta de acción que funciona como un reloj dentro del género al no dar respiro al espectador. Sin complicarse demasiado en la elaboración del guión, aunque con un buen trabajo de los personajes, Miller construye su historia en el ya clásico ambiente post-apocalíptico y desértico que él mismo creó en Mad Max, salvajes de la autopista (Mad Max,1979). Su personaje principal -interpretado por Tom Hardy, quien cumple en su delicada función de sustituir a un Mel Gibson muy dado a ése papel- sigue siendo un hombre solitario que vive torturado por los hechos que en el pasado le arrebataron todo lo que amaba en el mundo. Pese a que Max es el eje evidente que une las ya cuatro partes de Mad Max, la verdadera protagonista de esta película es Furiosa, un melancólico personaje que todavía lucha, a diferencia del primero, por un futuro mejor.


Como decíamos, asistimos a poco más que una persecución constante, de casi dos horas de duración y sin apenas pausa, pero precisamente la gran virtud de Miller en esta nueva entrega es la de conseguir que el espectador no caiga en el desapego y lograr que disfrute de un filme de acción bien construido y dirigido  con un ritmo eficaz y exuberante. No se le puede pedir mucho más que eso, pues el guión es débil en muchos aspectos, pero como cinta de género Mad Max: Furia en la carretera funciona a la perfección. El final abierto da a entender que asistiremos a otra entrega de la serie -y así será, como ya ha anunciado la productora-, y es que después de invertir más de 150 millones de dólares en efectos especiales y conseguir beneficios, resulta difícil imaginar que pudieran dejar ahí esta nueva incursión en el universo de George Miller. Esperemos, aunque con poca fe, que la calidad de futuras cintas no vaya decreciendo como pasó con las anteriores.


En resumen, los amantes del cine de acción encontraran en la reciente entrega de Mad Max un filme de referencia muy por encima de la media de las cintas de dicho estilo que vienen produciéndose en Hollywood durante los últimos años. Los demás -entre los que me incluyo- debemos tomárnosla como el divertimento que realmente es, y en caso de conseguirlo, nosotros también podremos disfrutar de ella.






lunes, 25 de mayo de 2015

Compositores Clásicos: La Obra de Franz Joseph Haydn - Cuartetos de Cuerda y Otros


"La medida en que la genialidad puede existir en un hombre que es meramente virtuoso, Haydn la tenía. Él llegó tan lejos como permiten los limites que establece la moralidad al intelecto."

                                                               Friedrich Nietzsche


La piedra angular de la obra de Franz Joseph Haydn es la sinfonía, como quedó claro en la entrada anterior. Pero como ya sabrán algunos de ustedes, sus éxitos y aportaciones no se limitan solamente a ésta, hay hasta quien afirma que sus cuartetos de cuerda u obras vocales son de igual o mayor importancia dentro de la historia de la música.

Cuartetos de Cuerda


El genio vienés se volcó en los conjuntos de cámara para sus inventivas composiciones. Resumió valores tradicionales y, sobretodo, fijó los nuevos estándares más tarde conocidos como clásicos. Compuso trios de cuerdas, conjuntos de cuerda con piano e incluso con instrumentos de viento, pero fue con el cuarteto de cuerda con el que el maestro generó una nueva forma y lenguaje que aún se utiliza en la actualidad. La gran dificultad que enfrentó Haydn con el cuarteto de cuerda fue que -a diferencia de la sinfonia, la sonata o la ópera- no existían ejemplos anteriores en los que basarse, así que se puede afirmar que fue el verdadero creador del género.


La idea de asociar cuatro voces solistas viene del barroco, con la sonata a cuatro utilizada por Händel ,por ejemplo. Pero el mérito del compositor fue conseguir el perfecto equilibrio resultante de la tímbrica de los cuatro instrumentos y de la individualidad de cada uno de ellos. En el barroco el cello se limitaba a hacer de bajo continuo.


Compuso 68 cuartetos, los mejores sin lugar a duda son: Op.76. No.3 "Emperor" y No 4 "Sunrise". También destacaremos los Op.50 No.1, 4, 5,  Op.64 No.5 "The Lark", Op.74 No.3 "The Rider".


Conciertos y otros


Los conciertos para instrumentos solistas de Haydn fueron compuestos mayormente en su juventud y muchos de éstos se han perdido. Si se compara con la producción sinfónica o de cuartetos en su período de madurez, es poco significativa.


En su totalidad el repertorio que se conserva consta de once conciertos para órgano o clave, cinco conciertos para lira organizzatas (instrumento parecido al organistrum medieval pero en forma de guitarra), cuatro para violín, dos para cello, uno para trompa y otro para trompeta. Existen más conciertos atribuidos a Haydn, pero la dudosa autenticidad de éstos los excluye de la lista.


Destacaremos el Concierto No.1 para cello, el Concierto para Trompeta Hob.VIIe:1 y el concierto para Trompa Hob.VIId:3.

Quiero hacer mención en este apartado de la composición religiosa a "Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz", inicialmente ideada para un cuarteto de cuerda y posteriormente convertida en un oratorio -con meditaciones escritas por el propio compositor- y finalmente publicada para orquesta. Una de mayores obras maestras de Haydn. Recomiendo encarecidamente la interpretación dirigida por Jordi Savall.


Sonatas para Teclado


Ensombrecidas por el peso descomunal de las sonatas para piano del virtuoso Mozart y, sobretodo, del heroico Beethoven, las composiciones del maestro vienés han quedado en la sombra para el público medio.


Probablemente enfocadas hacia la exploración teórica, las 62 sonatas para teclado que compuso, partiendo inicialmente del divertimento, no suponen un gran avance en la técnica y expresividad del género, pero son un buen ejercicio de estilo Haydniano.

Las más destacables son la No.59 XVI:49 y la No.32 Hob.XVI:32. Las variaciones en fa menor son también remarcables.


Obra Vocal


Después de la composición de sus primeros oratorios -"Las siete últimas palabras" y "Il ritorno di Tobia"- y quedando totalmente fascinado con la representación de "Israel" y "El Mesias", de Georg Friedrich Händel en el festival Händel celebrado en la Abadia de Westminster en 1791, Haydn compuso sus dos últimos oratorios: "Las Estaciones" y "La Creación; piezas capitales del género con las cuales Haydn mantuvo viva la forma del Oratorio, prácticamente olvidada en el clasicismo.

La creación es, concretamente, considerada como la culminación del genio Haydniano.


Para la música sacra, la segunda mitad del siglo XVIII fue una época de sequía, aunque gracias a las aportaciones de Haydn a ésta no quedó un vació total de música religiosa. En total compuso 14 misas, de las cuales la más importantes es la llamada "Nelson Mass" seguida de las "Mariazeller Messe" y "Missa Sancti Nicolai".


Su producción de cantatas -tanto sacras como seculares- no fue muy asidua ni en el compositor ni en el propio clasicismo. Aún así compuso una cantidad notable de ellas. Las más importantes son las llamadas"Arianna a Naxos", "Berenice, che fai" y "Qual Dubbio Ormai".


Aparte de todas las obras vocales mencionadas compuso 50 lieds para voz y piano, de los que destacan los 24 lieders alemanes, 14 canzonette inglesas y una docena de óperas italianas compuestas al servicio de los Esterházy, aunque estas últimas son poco importantes y apenas forman parte del repertorio operístico actual.



jueves, 21 de mayo de 2015

Compositores Clásicos: La obra de Franz Joseph Haydn - Sinfonías


"Escuché más de lo que estudié... por eso, poco a poco,
mi conocimiento y habilidad se desenvoluparon"


Si existe una sinfonía clásica, ésta surgió sin duda alguna gracias al talento y trabajo incansable de Franz Joseph Haydn. A diferencia del cuarteto de cuerda, éste no creo la sinfonía en sí, pero la desarrollo con una originalidad única en un recorrido de 104 composiciones.

El esquema equilibrado y homogéneo que adoptó logró sobrevivir a sinfonías posteriores a las de Beethoven, en obras -bajo modificaciones y la lógica evolución- como las de los románticos Felix Mendelssohn, Johannes Brahms o Anton Bruckner.

Las sinfonías del autor han sido divididas por los estudiosos en diferentes períodos y cabe destacar que la numeración es posterior a la muerte del compositor, por lo que no siguen el orden cronológico en que fueron compuestas:

Sinfonías Morzin (1757-1761)


Período inicial cuyo origen es la primera obra sinfónica del compositor, en 1757, bajo el mandato del conde Morzin en palacio. Éste duraría cuatro años y Haydn compondría alrededor de 13 sinfonías, de las cuales destacaremos las No.1-4 y No.27.


Las sinfonías de este período son de corta duración. Con el paso del tiempo el compositor irá alargando la duración y magnitud de sus sinfonías, labor que tras su muerte seguiría Beethoven de forma indirecta.


Sinfonías Eisenstadt 


La estancia del compositor en Eisenstadt se ha dividido en tres sub-períodos dada la gran producción que el maestro llevó a cabo como kapellmeister en la residencia de la familia Esterházy.

Primer Período (1761-1765)


Muchas de las sinfonías de Haydn en este período se estrenaron en veladas musicales para la familia. Se conserva documentación importante sobre las actividades musicales del compositor y del conjunto que dirigía en el palacio de los Esterházy. En total compuso una veintena de éstas, destacando las tres primeras -No. 6 "Le Matin", No. 7 "Le Midi" y No. 8 "Le Soir"-, combinando el concierto grosso con el divertimento, el concierto, la suite y la sinfonía, formando el único ciclo de la producción sinfónica de Haydn.


En aquella época los compositores intentaban proporcionar una variedad constante de estructuras y texturas utilizando todos los recursos posibles para conseguir obras diferentes y evitar repetirse. Un ejemplo claro de ésto ocurrió en 1763, cuando la orquesta personal de Haydn fue ampliada con 4 intérpretes de trompa, aprovechándolo el maestro para componer la sinfonía No.13, una obra que explota los instrumentos de viento, o en 1974, cuando escribió las No. 21 y No. 22 con estructura de sonata da chiesa (forma barrica diseñada para ser interpretada en templos).


Segundo Período (1766-1774)


Punto de inflexión en el estilo del compositor. Éste se volvió más introspectivo y apasionado. A partir de este momento Haydn empieza a utilizar tonalidades menores añadiendo tensión a la armonía de sus obras. En estos años surgió una tendencia a volver a utilizar el contrapunto propio del barroco (considerado anticuado en todos los ámbitos excepto en la música sacra).


Este contrapunto juega cada vez un papel más importante en la música del austriaco, tanto en las sinfonías como en los cuartetos de cuerda.

Tras la muerte de su predecesor en la corte ha de ocuparse también de la composición de música sacra y decide centrarse más en los cuartetos, forma que tenía un poco olvidada. De las 25 compuestas en esta etapa, las más destacadas son la No. 26 "Lamentatione", No. 49 "La passione", No. 59 "El fuego", No. 44 "Sinfonia funebre" y No. 45 "Farewell".


Tercer Período (1775-1784)


Período poco innovador en el terreno de la sinfonía, que cada vez ocupa menos lugar en la producción del músico vienés. A partir de 1775 la ópera comienza a asumir un papel muy importante en Esterházy con Haydn a la dirección de los dos teatros del príncipe, con lo que apenas tenía tiempo para componer.

Compuso 19 sinfonías durante este período, la mayoría bastante superficiales, aunque con la típica perfección del compositor. Destacaremos la No. 53 "L'impériale", No. 63 "La Roxelane" y No. 73 "La Chasse".


Sinfonías de París (1785-1786)


En Francia, la música de Haydn poseía gran prestigio desde la década de los sesenta y algunas de sus sinfonías se habían estrenado en París obteniendo un éxito acaparador durante la primera mitad de los ochenta. En base a esto, el conde de Ogny (un importante impulsor de la composición musical de la época) junto con la Loge Olympique, le encargaron la composición de seis obras sinfónicas. Para asegurarse la aceptación de su petición ofreció una cantidad de dinero elevadísima, que dejó sin palabras al compositor, que hasta la fecha no había ganado dinero por la composición de sus obras.

Las sinfonías de este período son las No. 82-87, de las cuales destacaremos, aún siendo todas de una calidad similar, las No. 82 y No. 83. No cabe duda que el éxito de las sinfonías fue atronador.


Sinfonías Tost (1787)


Este corto período viene marcado únicamente por dos piezas, las cuales causaron múltiples dolores de cabeza al compositor, ya que tuvo problemas con su edición y publicación. Johann Tost, un violinista de su orquesta, fue el causante de los problemas. Estas dos obras sinfónicas, las No. 88 y No. 89, son de una calidad equiparable a las de París. La más notable de ellas es la 88.


Sinfonías del conde d'Ogny (1788-1789)


Impresionado por las sinfonías de París, el conde Ogny le encargó a Haydn la composición de tres obras para su goce personal, que serían las No. 90-92. A la vez, el príncipe de Oettingen-Wallerstein Krafft-Ernst le encargó otras tres. Al  no tener tiempo para componer tantas obras, envió las mismas a los dos señores. Krafft-Ernst se dio cuenta pero confiando en la inocencia de Haydn le invitó para conocerlo y le encargó tres sinfonías más. La respuesta del compositor, sin embargo, fue entregar cuatro en vez de tres, concretamente las No. 93 y No. 96-98. De las siete obras de éste período sobresale con méritos la no.92.


Sinfonías de Londres (1791-1795)


Los dos viajes del compositor a Londres significaron, además de la más grande fama de la que había gozado nunca el compositor en toda Europa, la confección de las últimas doce sinfonías - de Londres o Salomon- de su generoso catálogo: las No. 93-104 y la sinfonía concertante Hob.I. 105.


Haydn se encontró en la ciudad con un nuevo marco para desarrollar su potencial artístico, con nuevos retos y el motor expresivo más libre que nunca. Con un gran número de recursos, consiguió alzar su lenguaje sinfónico a un nivel superior. Por ejemplo, con el uso de instrumentos solistas aislados e independientes de la masa orquestal o la inclusión de trompetas y timbales en los movimientos lentos para dar más calor a las melodías.

La genialidad de las tres últimas, las No. 102-104 (aún siendo todas las de este período de una calidad superior), suponen la cumbre de su arte sinfónico.



miércoles, 20 de mayo de 2015

Compositores Clásicos: Franz Joseph Haydn


"No había nadie cerca para confundirme,
 así que fui forzado a ser original"


Franz Joseph Haydn  fue un compositor austriaco nacido en 1732 -en pleno barroco- y fallecido en 1809 -cuando aparecían las primeras señas del romanticismo. Es considerado uno de los más influyentes músicos de la historia junto con Giovanni Pierluigi da Palestrina, Claudio Monteverdi o Richard Wagner, entre otros.

La basta obra del compositor (1195 composiciones) fue clave en la evolución del estilo clásico. Compuso generalmente de forma autodidacta y en casi todos los géneros y formas musicales del momento, aunque su mayor contribución fue a la música instrumental, estableciendo los estándares de la sinfonía, la sonata y el cuarteto de cuerda que tanto servirían a su amigo Wolfgang Amadeus Mozart y a su alumno Ludwig van Beethoven para sus obras tempranas.


Nacido en una familia humilde, Haydn recibió educación musical elemental al presentar un prometedor futuro gracias a su excelente voz. Cantó durante 9 años en el coro de la catedral de San Esteban de Viena hasta que, al madurar ésta, fue despedido. Entonces sobrevivió tocando en conjuntos y enseñando música.

Estudió leyendo tratados sobre música, hasta que la cantante Nicola Porpola le ayudó a perfeccionar sus habilidades de compositor. Después de conocer a gente influyente, fue nombrado director de música del conde Morzin en 1759 y a los dos años, gracias a su primera sinfonía, fue segundo maestro de capilla de la corte de los Esterházy (rica familia Húngara).

Durante los siguientes 30 años, Haydn fue apoyado por los Esterházy, concretamente por Nicolás Esterházy, el mecenas más importante del compositor, de quien recibió todo lo necesario para desarrollar su arte. Llegaron a proporcionarle su propia pequeña orquesta, con la que compuso un extenso catalogo de composiciones, entre ellas sus notables sinfonías de París o la importante obra sacra instrumental "Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz". Aún con todas las facilidades que pudiese desear, Haydn tenía la responsabilidad de componer música para cada ocasión, dirigirla e interpretarla con miembros de su orquesta personal y montar óperas y conciertos varias veces por semana.

En 1790 murió Nicolás, y su sucesor, sin gusto por la música, despidió a todos sus músicos. Tras esto, el compositor aceptó una oferta de un empresario musical alemán para viajar a Inglaterra y dirigir sus nuevas sinfonías con una gran orquesta, cuyos conciertos recibieron una asistencia masiva. Sus viajes a Inglaterra serían reiterados, componiendo más adelante su ciclo definitivo "Sinfonías de Londres", y el cuarteto Reiter. Entre visitas, también dio clases de contrapunto a Ludwig van Beethoven en Viena, aunque éste se mostró insatisfecho con Haydn como profesor.


Finalmente, en 1795, el compositor decidió quedarse en su tierra natal hasta su muerte y se dedicó a la composición de obras sacras para coro y orquesta, después de quedarse maravillado con obras como el Mesias de Georg Friedrich Handel. De entre éstas compuso los oratorios "La Creación" y "Las Estaciones". En su etapa final vienesa también creó música instrumental, como el famoso concierto para trompeta y orquesta y los últimos cuartetos de cuerda, de donde surgió el actual himno de Alemania.


En 1802 su salud se deterioró por una vieja enfermedad y le impidió componer más, lo cual significó un golpe muy duro para él, que reconoció que en su mente las ideas de nuevas obras fluían con facilidad.

Haydn murió a los 77 años de edad mientras su ciudad era atacada por las tropas de Napoleón Bonaparte. Fue enterrado en el cementerio del suburbio donde había vivido y dos semanas después tuvo lugar un servició fúnebre en el que se interpretó el Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart. En 1932, Paul Esterházy le construyó un mausoleo de mármol en la iglesia Bergkirche, en Eisenstadt.