domingo, 17 de noviembre de 2013

Toma el dinero y corre (Take the money and run, 1969) de Woody Allen




"El noventa por ciento del éxito se basa simplemente en insistir".


Virgil Starkwell es un incompetente atracador que fue inducido hacia la vida criminal desde su infancia. Siempre humillado y maltratado por todos, tras un intento fallido de convertirse en violonchelista, acaba por devenir un ladrón. Pero su ineptitud le convierte en presa fácil para la policía y acaba en la cárcel. El amor hacia una bella joven (Janet Margolin), le lleva a intentar reinsertarse en la sociedad; con escaso éxito, claro.


Segundo film dirigido por Woody Allen, quien también escribe el guión -junto con Mickey Rose- e interpreta el papel principal. Como es habitual en los primeros trabajos del maestro Neoyorquino, la película se compone de una sucesión de divertidos gags que funcionan a la perfección, donde encontramos numerosos ejemplos de la influencia de los cómicos clásicos -especialmente Charles Chaplin y Buster Keaton- en el humor de Allen.

La película se nos presenta en forma de falso documental -Allen repetiría esta formula en la genial Zelig (ídem, 1983)-. Mediante entrevistas a los seres más allegados del protagonista (padres, esposa, compañeros de celda...) y las funciones de un narrador omnisciente, se nos van presentando las peripecias del pobre Virgil Starkwell.


Como anunciábamos, la película es ciertamente divertida, pero, pese a poder encuadrarse en el mismo periodo creativo que Bananas (ídem, 1971) o El dormilón (Sleeper, 1973), no posee el trasfondo político y filosófico de estos trabajos.

Lo que resulta innegable es la originalidad y creatividad del director Norte-americano en la composición formal de la película, que resulta disparatada y brillante por igual.


En conclusión, el visionado de Toma el dinero y corre resulta interesante, especialmente si uno es seguidor del cine de Woody Allen. La película posee la frescura característica de los primeros trabajos del director y supuso un gran paso adelante en su carrera, que hoy día no podemos más que agradecer.






2 comentarios:

  1. Una delirante comedia de mano de un gran cómico que estaba aún por desarrollarse en el mundo del cine. Aún siendo una obra muy humilde, Woody Allen muestra su ingenio y facilidad para hacerte pasar una buena tarde, quizás es la cualidad que más me gusta de este hombre. Como detalle, decir que la escena del desfile con el susodicho intentando tocar el cello es inolvidable.

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  2. Efectivamente, Woody Allen es entretenimiento puro, pero lo mejor es que con el tiempo acabaria por convertirse en elgo más.
    La película posee varios gags de gran ingenio y el que comentas es uno de ellos.
    Salut.

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