Hay vida más allá de Murakami. Eso es lo que parece que poco a poco van interiorizando los lectores del exitoso escritor nipón. No creo que yo sea el único caso al que el hecho de haber leído a Haruki haya iniciado un efecto domino que ha provocado que me interese por sus compatriotas.
Lo cierto es que es innegable que la explosión de la “Murakamimanía” en los últimos 10 o 15 años en nuestro país ha propiciado un aumento de la venta de libros de Oé o Mishima, ya de por sí bastante conocidos. Además ha hecho que salten a la palestra otros autores como Kyoichi Katayama o Takuji Ichikawa que hasta hace poco eran inéditos en nuestro idioma.
El pasado martes salió a la venta el esperado libro “Los años de peregrinación del chico sin color” de Haruki Murakami, el que parece que se convertirá en eterno candidato al premio nobel. Esta publicación viene precedida por unos números de ventas increíbles en su país de origen: más de un millón de libros se han vendido ya en Japón e incluso se abrieron algunas librerías a las 12 en punto de la noche para que los más impacientes se pudieran hacer con él, un hecho que en los últimos años solo ha ocurrido con la saga Harry Potter.
¿Pero a qué se debe esta eclosión proveniente de un país casi al otro lado del mundo? Personalmente, lo achacaría a dos razones. La primera es la occidentalización de Japón, o visto desde otro prisma, nuestra adaptación a la cultura japonesa. El anime y el manga llevan causando furor en nuestro país de hace ya varias décadas. Su comida nos parece exótica y a algunos hasta deliciosa. Japón por su parte ha hecho un esfuerzo por abrirse a la cultura occidental, después de aquél fatídico 6 de agosto de 1945 probablemente no les quedaba otra. Antes se trataba de una sociedad hermética y que recelaba de todo lo que no fuera japonés y pese a que ahora todavía lo sigue siendo, el panorama es totalmente distinto.
La segunda razón está ligada con la primera y es la temática de los libros japoneses. No hay más que echar un vistazo a bestsellers internacionales como “Norwegian Wood” de Haruki Murakami, “Una cuestión personal” de Kenzaburo Oé y “Azul casi transparente” de Ryu Murakami, conocido como el otro Murakami y, para algunos, hasta como el Murakami bueno. Estos tres libros reflejan muy bien la nueva oleada de la literatura japonesa (pese a que ya tengan sus años). Tratan de personajes con los que el mundo occidental se identifica, son personajes mayormente solitarios, perdedores y que parece que no encajan en el mundo que les ha tocado vivir. Pero no solo eso, también introducen aspectos de la cultura occidental en sus obras, sin ir más lejos, el título de “Norwegian Wood” es de una canción de los Beatles y en “Una cuestión personal” el protagonista se llama Bird y se emborracha con whisky. Por cierto, no deja de ser curioso como en un país con una moral muy fuerte y arraigada triunfen libros cuyo tema central es la autodestrucción personal o la toma drogas como es el caso de “Azul casi transparente”.
Lo cierto es que es innegable que la explosión de la “Murakamimanía” en los últimos 10 o 15 años en nuestro país ha propiciado un aumento de la venta de libros de Oé o Mishima, ya de por sí bastante conocidos. Además ha hecho que salten a la palestra otros autores como Kyoichi Katayama o Takuji Ichikawa que hasta hace poco eran inéditos en nuestro idioma.
El pasado martes salió a la venta el esperado libro “Los años de peregrinación del chico sin color” de Haruki Murakami, el que parece que se convertirá en eterno candidato al premio nobel. Esta publicación viene precedida por unos números de ventas increíbles en su país de origen: más de un millón de libros se han vendido ya en Japón e incluso se abrieron algunas librerías a las 12 en punto de la noche para que los más impacientes se pudieran hacer con él, un hecho que en los últimos años solo ha ocurrido con la saga Harry Potter.
¿Pero a qué se debe esta eclosión proveniente de un país casi al otro lado del mundo? Personalmente, lo achacaría a dos razones. La primera es la occidentalización de Japón, o visto desde otro prisma, nuestra adaptación a la cultura japonesa. El anime y el manga llevan causando furor en nuestro país de hace ya varias décadas. Su comida nos parece exótica y a algunos hasta deliciosa. Japón por su parte ha hecho un esfuerzo por abrirse a la cultura occidental, después de aquél fatídico 6 de agosto de 1945 probablemente no les quedaba otra. Antes se trataba de una sociedad hermética y que recelaba de todo lo que no fuera japonés y pese a que ahora todavía lo sigue siendo, el panorama es totalmente distinto.
La segunda razón está ligada con la primera y es la temática de los libros japoneses. No hay más que echar un vistazo a bestsellers internacionales como “Norwegian Wood” de Haruki Murakami, “Una cuestión personal” de Kenzaburo Oé y “Azul casi transparente” de Ryu Murakami, conocido como el otro Murakami y, para algunos, hasta como el Murakami bueno. Estos tres libros reflejan muy bien la nueva oleada de la literatura japonesa (pese a que ya tengan sus años). Tratan de personajes con los que el mundo occidental se identifica, son personajes mayormente solitarios, perdedores y que parece que no encajan en el mundo que les ha tocado vivir. Pero no solo eso, también introducen aspectos de la cultura occidental en sus obras, sin ir más lejos, el título de “Norwegian Wood” es de una canción de los Beatles y en “Una cuestión personal” el protagonista se llama Bird y se emborracha con whisky. Por cierto, no deja de ser curioso como en un país con una moral muy fuerte y arraigada triunfen libros cuyo tema central es la autodestrucción personal o la toma drogas como es el caso de “Azul casi transparente”.
Pero parece que todo esto no ha hecho nada más que empezar, las editoriales se pelean por conseguir los derechos de edición en español de escritores japoneses e incluso en 2007 surgió la editorial Satori que está especializada en literatura japonesa.
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