jueves, 23 de enero de 2014

El discreto encanto de la burguesía (Le charme discret de la bourgeoisie,1972) de Luis Buñuel




"La burguesía no solo forja su propia destrucción, sino también a su propio sepulturero: el proletariado"

Karl Marx


Seis miembros de la alta burguesía, entre los que se encuentran el embajador de la ficticia República de Miranda en París (Fernando Rey), el matrimonio Sénéchal (Jean-Pierre Cassel y Stéphane Audran) y el matrimonio Thévenot (Paul Frankeur y Delphine Seyrig) -siempre acompañados por la hermana de la señora Thévenot (Bulle Ogier)-, tratan de reunirse para cenar pero se ven interrumpidos constantemente por las más extrañas situaciones imaginables. 


En la parte final de su trayectoria como cineasta, Luis Buñuel, establecido en Francia, solía colaborar con Jean-Claude Carrière en la elaboración de los guiones. El discreto encanto de la burguesía no fue una excepción. 

Este film es una sutil crítica a la clase burguesa y a las instituciones religiosas y militares. Buñuel se ríe de estos grupos sociales desde la distancia; no entra al cuerpo a cuerpo, sino que los ridiculiza con gran elegancia e ingenio.

La narración se construye a través de la constante repetición de una misma situación: Un grupo de personas que se reúnen para cenar pero que se ven interrumpidos por un motivo u otro. El hecho de que se introduzcan sueños e incluso sueños dentro de estos mismos en el relato hace que por momentos el espectador ignore si lo que está viendo en ese momento es la realidad o no.


Los elementos surrealistas característicos del cine del director aragonés se hallan muy presentes en esta obra, y ayudan a la expresividad del film mediante el simbolismo, así como también al disparate ilógico inherente al movimiento artístico mencionado.

La genialidad del de Calanda se hace patente en el mensaje que nos lega este trabajo; el de una clase social que avanza sin detenimiento -pese a sus esfuerzos para evitarlo- hacia la inevitable muerte y desaparición. 

Esta muerte es una constante dentro de la película. En todos los sueños e historias que se cuentan se hace presente, sin falta. Además, se intercala entre los distintos episodios la imagen del grupo de protagonistas avanzando en una carretera en medio de la nada hacia un punto sin fin, en un viaje de no retorno. 


Esta siniestra visión del futuro de la burguesía se ejemplifica de igual modo en la ausencia total de música a lo largo del metraje. Durante su totalidad, incluidos créditos de apertura y finales, no escuchamos una sola nota musical. Un silencio muy elocuente acompaña a unos personajes destinados a la muerte. La banda sonora del fin de la vida, el silencio, la nada.

Para concluir, apuntar que El discreto encanto de la burguesía se llevó el Oscar a mejor película de habla no inglesa en 1972. Merecida recompensa para una obra que aúna todas las virtudes de su realizador.






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