viernes, 17 de enero de 2014

Sed de mal (Touch of Evil, 1958) de Orson Welles




"Crea tu propio estilo visual. Hazlo único para ti mismo e identificable para los demás"

Orson Welles


Un agente de narcóticos mexicano (Charlton Heston) llega a la frontera con Estados Unidos junto a su esposa (Janet Leigh) en el momento en que explota una bomba. Tras este trágico suceso, el protagonista se verá envuelto en una turbulenta investigación junto al jefe de la policía local, Quinlan (Orson Welles). Este reputado detective mostrará sus expeditivos métodos y complicará, con la colaboración de la mafia local, la vida de los recién casados.


Uno de los films más conocidos de Orson Welles, Sed de mal es al mismo tiempo uno de sus mejores trabajos. Pese a contar con un escaso presupuesto -más cercano a la Serie B que a las superproducciones Hollywoodienses- Welles puso sobre la mesa todo su talento tanto en la dirección como en la interpretación en este clásico de los años 50.

La película se inicia con un antológico plano-secuencia que a día de hoy es estudiado en todas las escuelas de cine del mundo. Este impecable ejercicio de planificación, puesta en escena y dominio de la técnica con que se abre el film hace un seguimiento de la bomba que estallará para dar inicio al conflicto policíaco de la trama.

El desarrollo de esta deviene en una historia de traiciones y corruptelas entre los distintos departamentos de policía involucrados en el caso y la mafia fronteriza.


Sin duda alguna, el apartado técnico es lo más destacable de esta obra. La vanguardista dirección de Welles -que como siempre iba muy por delante del resto de cineastas norteamericanos en cuanto a las facetas técnicas-, la frenética música de Henry Mancini que acompaña la historia, la fotografía de Russell Metty etcétera.

Pero si hay algo que encumbra Sed de mal son sus interpretaciones. Viendo el poderío de Welles en su papel de Quinlan, todavía es más destacable que Heston y Leigh cumplan con creces. Además, el trío principal viene acompañado por un estelar elenco de secundarios, con nombres como Marlene Dietrich o Dennis Weaver.


Como le solía ocurrir al cineasta de Wisconsin, su film sufrió cortes por parte de la productora, que creyó que el montaje final se podía mejorar. Welles dejó un escrito de 58 páginas en el que especificaba como debía ser la película y gracias a ello hoy podemos ver una versión cercana a la que el enfant terrible del cine americano había concebido.




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