jueves, 29 de enero de 2015

El fantasma de la libertad (Le fantôme de la liberté, 1974) de Luis Buñuel



"El surrealismo es destructivo, pero destruye sólo lo que considera que limita nuestra visión"

Salvador Dalí


Película de episodios con altas dosis de surrealismo que se entrelazan mediante distintos personajes que coinciden en un momento determinado. Empezando por una historia alrededor de las tropas napoleónicas en España, hasta la de un francotirador que asesina a 18 personas en las calles de París, pasando por las perversiones sexuales de una pareja de burgueses, etc.


Penúltima película dirigida por Luis Buñuel. En ella, el maestro de Calanda aprovecha su absoluta libertad creativa para realizar un filme profundamente personal donde recupera su lenguaje más surrealista. Al ver la cinta, uno tiene la sensación de que el director aragonés estaba haciendo aquello que le apetecía, alejado de pretensiones y enfocando su trabajo como un divertimento a través del cual podía tratar todos aquellos temas que le habían inquietado a lo largo de su vida y que se hallan tan presentes en toda su anterior obra -la crítica a la burguesía, la hipocresía, la religión, el poder en todas sus formas, las convenciones sociales y los formalismos, etc.

Como decimos, la cinta transcurre como una simple sucesión de episodios inconexos, atemporales y surrealistas, mediante los cuales Buñuel rompe con todo formalismo y juega con la psique del espectador. Algunos ejemplos de esto los encontramos en el capítulo en el que un hombre enseña unas misteriosas fotografías a unas niñas en el parque, imágenes que escandalizan a los padres de las muchachas y que provocan el despido de su niñera. Todo espectador ha dado por hecho que las fotografías contienen escenas pornográficas más bien desagradables, pero el director nos muestra finalmente que no se trata más que de paisajes de grandes ciudades. Lo mismo ocurre en aquella divertida escena en que unos comensales se sientan en la mesa (imagen superior) sobre unos váters y en cambio se excusan para ir a comer.


Así como los momentos hilarantes -imposible no mencionar la escena del hotel, en que una pareja invita a cuatro frailes y una joven enfermera a su habitación para practicar ante ellos sus juegos sadomasoquistas- abundan en el filme y el humor socarrón de Buñuel nos lega imágenes para el recuerdo, cabe decir que el filme es irregular en algunos puntos. Podríamos argumentar que Buñuel se divirtió tanto y se sintió tan libre filmando El fantasma de la libertad que no se preocupó lo más mínimo por la redondez final de la cinta.

Pese a que el tour constante al que nos vemos sometidos impide la presencia continuada de ningún actor en la película, resulta necesario mencionar la gran cantidad de nombres relevantes de la escena europea de los setenta que participan en ella: Vemos a Monica Vitti, a Michel Piccoli, a Jean Rochefort o a Michel Lonsdale, entre muchos otros.


En definitiva, El fantasma de la libertad es, pese a sus defectos y a no tratarse de una de las obras más destacadas del gran Buñuel, una divertida sátira nada desdeñable artísticamente y que ofrece un rato de entretenimiento y reflexión muy apreciable. Un film notable, que obliga a razonar y que permite ver a uno de los mejores directores de todos los tiempos en su máxima libertad creativa.





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