"La abuela y el abuelo se amaron rodeados por la vitalidad del campo de sorgo: dos almas indomables, que se negaron a someterse a las convenciones corrientes, quedaban más fundidas aún que sus cuerpos en éxtasis"
Sorgo Rojo (Mo Yan)
Una joven y bella mujer (Gong Li) es enviada por su padre hacia el campo para convertirse en la esposa de un viejo enfermo de lepra. El hombre es propietario de una bodega de vino de sorgo, y tras su muerte la protagonista se encargará de su gestión junto a los demás empleados, uno de los cuales se enamorará de ella.
Sorgo rojo fue el debut como director del hasta entonces fotógrafo y actor Zhang Yimou. Además, también supuso la irrupción de Gong Li, actriz que seguiría colaborando con Yimou en sus siguientes trabajos y que se ha convertido en una de las referencias interpretativas del continente asiático. Sin duda fue un debut sonado, pues la película se hizo con el Oso de Oro del Festival de Berlín de ese año y recibió grandes críticas a nivel internacional.
La historia se basa en una obra de Mo Yan, y trata el romance entre dos jóvenes dentro del contexto anteriormente explicitado. El filme nos es narrado por el nieto de los protagonistas, al que no llegamos a ver en ningún momento.
En su ópera prima, Yimou ya avanza los que serán los liet motiv de su obra: Historias ubicadas en los principios de siglo XX y en un entorno rural, referencias y reivindicaciones políticas e históricas, el predominio de romances tratados con una sensibilidad extraordinaria y un uso del color realmente exquisito, con la preeminencia de los tonos rojizos.
Precisamente en este punto debemos hacer un cierto hincapié. Yimou mezcla los rojos del vino, la sangre y los tejidos con los colores que se hallan en sus paisajes, bien sean los marrones arenosos o los verdes del campo de sorgo. Así, el cineasta chino consigue crear escenas de enorme poderío visual que resultan una constante en su obra.
Pese a todos los aspectos positivos que venimos comentando, Sorgo rojo también tiene sus deficiencias. Yimou no parece plenamente seguro de su temple narrativo, hecho que juega en contra del filme, especialmente en un tramo final que resulta hasta cierto punto precipitado. Además, el romance que aquí se nos describe no resulta tan convincente ni mucho menos tan emotivo como otros que presenciaríamos a posteriori con joyas como Ju Dou: Semilla de crisantemo (Ju Dou, 1990) o la magistral El camino a casa (Wo de fu qin mu qin, 1999), entre otras.
Pese a ello, no podemos dejar de apreciar muy positivamente esta cinta, pues posee el ADN de su realizador y ello garantiza un espectáculo visual y emocional al alcance de muy pocos.
0 comentarios:
Publicar un comentario