Les costó llegar a lo más alto, y ahora no parecen dispuestos a bajar. The Black Keys acaban de
publicar un nuevo álbum que les reafirma como estandartes del rock
en todo el mundo.
Turn blue es el octavo
disco del dúo que forman Dan Auerbach y Patrick Carney. Un nuevo
disco de The Black Keys siempre se parece al anterior pero no deja de
innovar con nuevos sonidos y estilos, y este no iba a ser diferente.
Después del éxito tremendo que supusieron “Brothers” y “El
Camino” con su hit “Lonely Boy”, los dos amigos de Akron tenían
más presión que nunca pero ellos, ajenos a todo esto, han realizado
un disco sobrio y sin ningún atisbo de haberse dormido en los
laureles.
El primer tema del disco
es “Weight of Love”, una pausada canción con tintes de soul que
nos mete de lleno en una atmósfera de la que no saldremos hasta el
final del álbum. La principal diferencia con “El Camino” es que
éste era una consecución de hits de rock instantáneo sin tiempo
para reposar, un auténtico relámpago. Por su contra, Turn Blue es
un disco más redondo, para escuchar de principio a fin pero sin
alterar sus ritmos pegadizos, seña característica del grupo.
Turn Blue y Fever son
hasta el momento los sencillos del disco y si bien Turn Blue sigue la
estela del conjunto del disco, Fever intenta ser el hit al estilo
Tighten Up o Lonely Boy y, en mi opinión, rompe la armonía del
disco con su estilo discotequero, aunque hay que reconocer que es muy
pegadiza.
Una de las novedades del
disco respecto a los predecesores es el aire psicodélico que The
Black Keys le ha querido dar a varias canciones (ya se intuía por la
portada): el ejemplo más claro es “Bullet in The brain”, para
mí, una de las mejores canciones del disco.
En otros temas sin
embargo se dejan llevar por su lado más poprock y melódico que tan
famosos les ha hecho en todo el mundo. “Waiting on Words” sería
el ejemplo más claro de ese pop más típico si no fuera por el
falseto que nos regala Dan Auerbach y es que, no lo he comentado,
pero Auerbach realiza en Turn Blue una de sus mejores actuaciones en
cuanto a su voz.
El disco finaliza con
“Gotta Get Away”, una canción enérgica, festiva y facilona que
provoca ganas de saltar al oír los primeros acordes.
En conclusión, Turn Blue
es un buen disco que mejora -y mucho- cuanto más se escucha y que pese a
no alcanzar el nivel de sus dos anteriores trabajos, consolida aún
más a The Black Keys como grupo rock del momento, lugar que parecía
huérfano con la separación de The White Stripes.
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