viernes, 30 de mayo de 2014

Los mejores inicios de novelas


El inicio de una novela siempre ha sido motivo de satisfacción para los lectores y de quebradero de cabezas para escritores. Hoy quiero comentar algunos de los que más me han fascinado y que inevitablemente releo y releo.




Un buen párrafo inicial debe cautivar al lector, sumergirle en la historia y muchas veces también es una declaración de intenciones de lo que nos vamos a encontrar en el resto del libro. Si con esos primeros pasos el lector ya se ha interesado por la novela, todo lo demás es cuesta abajo.


Aquí están algunos de mis favoritos:


Lolita – Nobokov

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.

El extranjero – Camus

Hoy, mamá ha muerto. O tal vez ayer, no sé. He recibido un telegrama del asilo: “Madre fallecida. Entierro mañana. Sentido pésame”. Nada quiere decir. Tal vez fue ayer.

La metamorfosis – Kafka

Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto". Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza, veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. 

Cien años de soledad – Gabriel García Márquez

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

Pregúntale al Polvo - John Fante

Cierta noche me encontraba sentado en la cama de la habitación de la pensión de Bunker Hill en que me hospedaba, en el centro mismo de Los Ángeles. Era una noche de importancia vital para mí, ya que tenía que tomar una decisión relativa a la pensión. O pagaba o me iba: es lo que decía la nota, la nota que la dueña me había deslizado por debajo de la puerta. Un problema relevante, merecedor de una atención enorme. Lo resolví apagando la luz y echándome a dormir. 

El guardían entre el centeno - J.D. Salinger

Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. 

Y claro, Cervantes

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. 



¿Mi debilidad? Probablemente Camus.


1 comentario:

  1. Anoche soñé que había vuelto a Manderley. En mi sueño me encontraba ante la
    verja del parque, pero durante algunos momentos no pude entrar. Estaba cerrada la
    puerta con candado y cadena. En sueños llamé al guarda, pero nadie me contestó,
    y cuando miré detenidamente a través de los mohosos barrotes de la verja, vi que
    la caseta estaba abandonada.
    Rebeca Daphne du Maurier

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