"El hombre nace para que un día nazca un hombre mejor."
En la cumbre de su arte después de escribir cerca de 30 obras, Máximo Gorki empieza a escribir en 1913 la primera parte de su trilogía autobiográfica en la que hace mención de toda la experiencia acumulada a lo largo de sus vivencias de juventud.
En el primer volumen, el que nos ocupa hoy, el autor revive su accidentada niñez iniciando el relato con los recuerdos de la muerte de su padre, quien murió de cólera cuando él apenas tenía 5 años. Después del entierro se establece junto con su madre y sus abuelos maternos. Los siguientes años que son relatados vienen marcados por las constantes disputas domésticas y la dualidad entre la amabilidad de su abuela y el rigor brutal de su abuelo. La obra termina con el joven de cara a una nueva vida en la que tendrá que ganarse su propio pan.
El resultado final de esta novela es el de un crudo y fiel retrato de la vida de un niño en la Rusia Zarista de finales del siglo XIX, de la crueldad y la religiosidad de una sociedad de naturaleza brutal acorde con el clima en el que vive, fórmula que en gran medida sigue vigente en el carácter de los rusos.
En el ámbito cinematográfico el director soviético Mark Donskoy adaptó la trilogía al celuloide entre 1938 y 1941. Aunque no he tenido el placer de visualizar aún la primera parte de la misma, lo cierto es que la opinión popular es verdaderamente positiva al respecto.
A la espera de leer los otros dos volúmenes que completan el tríptico, hay que decir que nos encontramos ante una notable y desconocida obra, no tan elevada como "La Madre", pero que no dejará con mal sabor de boca a los lectores habituales de la literatura clásica.
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