domingo, 9 de febrero de 2014

El Mercado de la Música; Una breve mirada y reflexión


Parece que se ha relajado un poco, con el surgimiento de otras polémicas, el fuerte debate que hemos presenciado en España en torno a la venta de música y la piratería. Las duras críticas al papel de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) o a la Ley Sinde (Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible) son un ejemplo de cómo este asunto ha copado la agenda política, las tertulias y más de una sobremesa. No es un tema que se nos escape a quienes tratamos la música habitualmente; qué, cómo, dónde y en qué medida comprar música acaba siendo un tema recurrente en muchas conversaciones. En Vox Ultra compartimos la afición por acumular CDs y algún que otro sencillo (la discusión sobre quién pone la banda sonora en el coche cuando salimos de fiesta es dura jajaja), pero la nuestra es tan solo una postura ante las múltiples maneras de disfrutar y entender el mundo de la música.

Así que, para dar el enésimo repaso a la situación, para intentar humildemente sacar conclusiones de ésta y, por qué no, para exponer nuestra opinión, comentaremos a lo largo de esta entrada lo que nos indican las últimas cifras extraídas sobre la industria musical y qué tendencias sigue dicho mercado.

Recientemente, Promusicae ha publicado diversos documentos al respecto, las estadísticas, a pesar de no incluir el 100% de la información requerida, arrojan la suficiente luz sobre el contenido como para resultar verdaderamente clarificadoras.

Si miramos los números del pasado año, la venta de música grabada volvió a descender en España por duodécimo año consecutivo. Se gastaron cerca de 20 millones de euros menos que en 2012, un 15 por ciento, aproximadamente. Lo preocupante, según expresan algunos sectores, no es la disminución de un año para otro del consumo sino la tendencia a la baja –muy a la baja– que podemos ver desde el punto de inflexión que fue 2001. 626 millones se facturaron entonces, 500 millones de euros más que en 2013, una barbaridad.

Fuente: Promusicae

El consumo del que hablamos puede dividirse según el formato, físico y digital, y subdividirse a su vez por el soporte.

En cuanto a lo que formato se refiere, como era de esperar, el físico supera al digital. Los encontramos en una relación 60/40, lo cual puede implicar un mal porcentaje del primero o uno bueno del segundo. Yo no sabría qué decir, pero mirando las ventas vemos que el físico ha decrecido en un 23 por ciento en un año, eso es malo, el mercado digital apenas ha bajado en un 0,2 por ciento, eso debería ser bueno, pero hasta el momento había incrementado en una media del 3 por ciento anual, ergo, eso acaba siendo malo. Dejamos aparte esta mala imitación de Homer Simpson, concluimos que a pesar del estancamiento del mercado digital, el físico ha decaído lo suficiente como para que el primero le arañe un 6 por ciento de su total (en 2012 el reparto era 56/34), así que la crisis del físico es el punto relevante.

Formando el mercado físico observamos subgrupos de productos, CDs, LPs (vinilos), singles (sencillos), DVDs y ‘otros’ en los que se recogen la venta de USBs y demás. El Compact Disc es el dueño y señor, su venta representa el 90 por ciento de lo comentado, y desde luego su disminución es la que marca el ritmo. Si el año pasado se vendieron un millón de unidades menos, en este 2013 ha sido el doble. La historia del vinilo, en cambio, es la que no llegamos a comprender. El auge del movimiento hipster que ha inundado multitud de redes sociales con fotos de tocadiscos y cientos de vinilos con aspecto de recién planchados parece haber sido cosa de este último año, no antes, y tampoco lo suficientemente fuerte como para lograr superar la venta de discos de vinilo de 2011. Cuesta creer –porque es doloroso, no por increíble– que todo quede en eso, una moda pasajera más, sobrerrepresentada en fotografías y carente de un peso real en la activación del mercado en cuestión.

Fuente: Promusicae

Respecto al mercado digital, como ya hemos mencionado, la evolución positiva de los últimos diez años se trunca en 2013. Está en pleno cambio por la innovación que encontramos en él, por ello no hay dos años iguales en cuanto a facturación. El streaming por suscripciones (música online sin necesidad de descarga, a cambio de una mensualidad), como Spotify, Napster o Deezer, han firmado un aumento brutal en apenas tres años, suponen un desembolso anual de 20 millones, 9 en 2011. Por contra, todas las demás modalidades de negocio digital –descargas de álbumes o canciones (a través de iTunes, por ejemplo), los tonos y demás productos para móviles y el streaming financiado por publicidad (las modalidades gratuitas de servicios como Spotify, Deezer, YouTube o VEVO)– descienden, pero de forma estable.

Fuente: Promusicae

Hemos visto cómo se consume la música, la pregunta que yo haría llegado a este punto es ¿cuánta gente lo hace?, servidor daba por hecho que absolutamente todo el mundo escucha música, y no hablo de hacerlo de forma pasiva (hilos musicales, anuncios en la televisión o el niñato que pone su música en el móvil de forma que todos la oyen) sino activamente. La triste realidad –y esto es algo que me costó creer el día que lo descubrí– es que no a todo el mundo le gusta la música, hay quien prácticamente nunca escucha una canción a propósito. 

Según las estadísticas dos tercios de la población española se relaciona con la música diariamente (incluyendo activa y pasiva), tan solo dos de cada tres personas; sinceramente, pienso que dicha estadística debe estar notablemente sesgada, me niego a creer que de cada 30 personas a las que les preguntes haya 10 que afirmen no oír ni pizca de música a diario. Si esto es cierto y me nubla mi fanatismo musical, exijo que nos dejemos de tonterías, el problema no es si se compra o no se compra música, el verdadero problema de fondo es que una parte importante de la población NO ESCUCHA MÚSICA, señores, la música es cultura y como tal, beneficiosa hasta decir basta. ¿Qué podemos esperar de personas que desconocen el placer de disfrutar de las melodías, el ritmo y la armonía de la música? No entraré, desde luego, en el absurdo debate de qué música "debe" oírse y cuál no, sabiendo esto no me preocupa el nivel de calidad musical que se consuma (aunque haya una preocupante obsesión con empacharse de lo fast food y lo prefabricado), lo que me trae de cabeza es que sigan sin experimentar las sensaciones que esto puede proporcionar.

Por suerte, no todas las estadísticas son malas, según los estudios realizados por Promusicae, el porcentaje de población que tiene el hábito de escuchar música con cierta asiduidad aumenta, y ésta se incorpora de manera transversal en la cotidianeidad graciasa que el desarrollo de la digitalización musical ofrece un altísimo grado de movilidad y comodidad.

Si bien es cierto que estos últimos ocho, nueve o diez años, los productores de música han llevado a cabo una notable reconversión del sector. Como se apunta en el libro blanco de la música “la reinvención del modelo de negocio y su adaptación a la nueva realidad tecnológica constituyen un ejemplo pionero frente a otras ramas de la industria de contenidos culturales, como la audiovisual o la editorial, que han ido a rebufo en este proceso”

La música es un punto fuerte en la cultura, la economía y la actualidad, prueba de esto último es que siete de las diez cuentas de Twitter con más seguidores, nueve de las diez cuentas con más me gusta en Facebook y nueve de cada diez vídeos más vistos en You Tube en todo el mundo, corresponden a artistas dedicados a la música. Dicen los expertos en el área que el futuro se presenta tan abierto como apasionante, que es muy probable el retroceso agudizado del CD como formato físico conviviendo, sorprendentemente, con el resurgir del vinilo, aunque las cifras jueguen en contra. Además se empeñan en subrayar la necesidad de que “la legislación garantice de una vez por todas el juego limpio en Internet y ponga coto a esa auténtica lacra en la que España lidera todas las clasificaciones europeas: la descarga ilegal de archivos”. No seré yo quien defienda abiertamente la piratería, pero creo que es un asunto que está mal enfocado, Alejandro Sanz se queja, David Bisbal afirma que es un gran mal para los artistas –como él, deducimos–, etc., y lo que a mi se me plantea es si hay más injusticia en el hecho de que no puedas disfrutar de la música si no tienes dinero para pagarla o que quien se queja del perjuicio económico de la piratería haya adquirido ocho viviendas en Almería y un apartamento de lujo en Miami en cuatro años y tenga un caché de 90.000 euros.

Desde Vox Ultra invitamos a compartir nuestro gusto por comprar música (en el formato que más guste), pero por encima de si se compra o se descarga, que es algo que debe juzgar cada uno, a lo que animamos profundamente es a disfrutarla, a disfrutarla mucho.

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