miércoles, 5 de febrero de 2014

El proceso (Le Procès,1962) de Orson Welles




"En efecto, la defensa no está expresamente permitida por la ley; la justicia se limita a sufrirla y hasta se pregunta si el articulo del código que parece tolerarla, la tolera realmente"

El Proceso, de Franz Kafka



Una buena mañana, Josef K. (Anthony Perkins), se despierta con la presencia de un policía en su habitación. Ante su sorpresa, éste le anuncia que ha sido acusado de un delito y de que va a iniciarse un proceso judicial contra él.


Basándose en la novela homónima y desgraciadamente inconclusa de Franz Kafka, Orson Welles preparó un brillante guión para llevar a la pantalla un clásico más dentro de su trayectoria. 

La película se inicia con un breve cuento narrado por el propio director -también escrito por Kafka- que nos anuncia que la lógica con la que debemos encajar esta historia es la de un sueño o una pesadilla. 

De coproducción Europea -Francia, Italia y Alemania-, la película es una parábola sobre la indefensión del individuo común frente a la ley y los poderes del Estado. A ello Welles suma su habitual crítica al poder y sus instituciones.


El film conserva la turbada atmósfera Kafkiana que viene a enaltecer la imposibilidad del hombre de hacer frente a su enemigo institucional. Welles aprovecha la conveniencia de la historia para desarrollar todo su estilo en una claustrofóbica puesta en escena. 

El surrealismo y la escenificación barroca juegan un papel clave en toda la película, que acaba por ser una enorme exhibición de su autor a la hora de manejar la cámara y los diferentes recursos cinematográficos.

Entre ellos encontramos planos secuencia, disposiciones expresionistas -gran importancia de la fotografía en este aspecto-, picados y contrapicados, etcétera.


El reparto, con un solvente Anthony Perkins -más conocido por su papel de Norman Bates en Psicosis (Psycho 1960, de Alfred Hithcock)- se redondea con secundarios de lujo, entre los que se encuentran Jeanne Moreau o el propio Welles.

No es de extrañar que Charles Chaplin considerara El proceso "la cumbre del arte cinematográfico". Imprescindible






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