sábado, 13 de septiembre de 2014

La muerte en el arte: cementerios y tumbas


Desde el principio de los tiempos ha existido la creencia en uno o varios seres superiores, que desde el cielo, controlan nuestras vidas, nuestro destino, nos ayudan cuando nos lo merecemos y nos castigan cuando hemos errado. De hecho, el concepto de ateísmo o agnosticismo es muy moderno y hoy en día el número de personas creyentes sigue siendo altísimo. Todas estas creencias, llamadas religiones, son cómo árboles, formados por distintas raíces, y un tronco, que se va ramificando. El tronco en mi opinión, es el miedo a lo que no somos capaces de explicar, el miedo al ser humano y a la vida en general. En todos estos árboles está la muerte, raíz básica de las religiones. El ser humano tiene miedo a la muerte y necesita saber que lo que está haciendo en este mundo no es lo único, sino que hay algo después, que va a seguir viviendo. De manera distinta, sí, pero viviendo. Este concepto de la muerte como un viaje, como una transposición del alma de un lugar a otro,  ha creado la necesidad de un lugar donde colocar el cuerpo o las cenizas y en muchas ocasiones, rodearlo de un ambiente adecuado. De esta manera, el ser humano vive más tranquilo aunque dependiendo de la cultura los vivos llevan la muerte de una manera o de otra. Todo esto unido al poder ha hecho que el mundo funerario sea algo que forme parte del mundo de la historia del arte, sobre todo en ciertas épocas.

Una de las épocas donde el mundo funerario ha sido más importante es el Antiguo Egipto. Muchos de los edificios que han llegado hasta nosotros son tumbas, a veces unidas con templos, ya que los faraones y faraonas les daban una enorme importancia al enterramiento. Los egipcios llenaban las tumbas de objetos que podían serles útiles a los difuntos en su viaje, desde mobiliario hasta comida y bebida. La población egipcia vivía por y para el faraón y eran ellos los que se encargaban de construir estas monumentales tumbas (no esclavos, como se suele decir) El mundo egipcio vivía para la muerte de los poderosos.Y no había nadie que tuviese más poder que el faraón. Los cuerpos además, eran momificados, ya que la corrupción del cuerpo era indigno en el mundo egipcio y era necesario mantenerlo lo mejor posible. Anubis era el dios de la muerte y la momificación en la religión egipcia.
El lugar más importante en Egipto en lo que a tumbas se refiere, además de las pirámides de Giza, es el Valle de los Reyes y el Valle de las Reinas, donde se encuentra la famosa tumba de Tutankamón.


Pirámides de Giza


Sarcofágo de Tutankamón

File:Anubis attending the mummy of Sennedjem.jpg

Anubis

El mundo griego no es famoso por su mundo funerario, quizás solamente por su gran Mausoleo de Halicarnaso y por toda la simbología funeraria que pasó a la religión romana y a la cultura occidental en general, como la laguna Estigia, el Perro Cerbero etc. Son los romanos los que recuperan esta tradición funeraria, aunque no al nivel egipcio. Pero antes estuvieron los etruscos, un pueblo no demasiado conocido que estuvo en contacto constante con Grecia e influyó en el mundo romano. Los etruscos construyeron numerosas tumbas, todas subterráneas y cubiertas por un túmulo, destinadas a los grupos más altos de la sociedad y decorados con frescos. En estos frescos se representaban escenas de la vida cotidiana, como la música, el baile, la caza, la pesca, los banquetes; la despedida del difunto, el banquete funerario e incluso escenas con personajes del Más Allá, como el juego de Persu.Este juego consistía en la lucha entre un hombre con los ojos tapados y un bastón como arma defensiva y un perro que intenta morderle. 
Entre las tumbas más famosas encontramos la Tumba de los Leopardos, la Tumba de la Caza y la Pesca, la Tumba de los Augures, la Tumba de los Toros o la Tumba del Barón. Se encuentran en Tarquinia, una ciudad de la toscana italiana, y están fechadas entre el siglo IV y VI a.C. También son importantes los sepulcros con esculturas, que podían representar a una figura única o una pareja.




Tumba de los Leopardos



Tumba de los Augures



Tumba de la Caza y la Pesca



Sarcófago de  Larthia Seiantini



Durante la época romana los edificios más importantes eran los que tenían una utilidad social y a la vez, de propaganda política. El entretenimiento era el principales objetivo de los emperadores, es decir, tener a la población contenta. Además hay numerosos templos y algún que otro mausoleo. Entre ellos se encuentran el Mausoleo de Adriano (135-139 d.C) actualmente el Castel de Sant Angelo, transformado en época medieval. Aunque guarda casi la misma forma, en su estructura primiginea el edificio estaba coronado en el primer piso por un montículo lleno de árboles y decorado con estatuas de mármol. En la parte baja se encontraban las cenizas del emperador. 


   

Con la llegada del cristianismo, su legalización en el SV d.C bajo el emperador bizantino Constantino El Grande y su posterior establecimiento como religión oficial por Teodosio I, todo cambió. La doctrina religiosa empezó a cubrir cada rincón de la vida occidental y el estilo de vida sufrió con los años una profunda transformación. El miedo al infierno era la balanza que lo equilibraba todo y el poder de la Iglesia se hizo inmenso, ya que sus miembros eran prácticamente los únicos que sabían leer y escribir. A partir de la Edad Media el clero era el que regía la moral y las acciones de la población y el gran objetivo de todo ser humano, tanto rico como pobre, era conseguir la salvación. Lo que se esperaba con ella era la vida eterna en el Paraíso, una vida en la mayoría de los casos, notablemente mejor que la terrestre, lo que ayudaba mucho a convencer al pueblo. Con el cristianismo se creó el concepto de cementerio, proveniente del griego koimetérion, que significa dormitorio ya que los cristianos creían que el cuerpo dormía hasta el día de la Resurreción. Los cementerios solían estar contiguos a una iglesia, y aunque al principio se parecían más a una fosa común, se reutilizaban una y otra vez y se amontonaban los restos, con el tiempo se fueron individualizando las sepulturas.

La muerte fue un tema constante en el arte europeo, ya que uno de los episodios más representativos del cristianismo es la muerte de Jesús. La crucifixión y la resurrección componen un momento esencial para los creyentes, que ha sido representado una y otra vez a lo largo de muchos siglos, tanto en escultura como en pintura. Los Cristos barrocos son una de las mejores expresiones, muy conocidos en España gracias a las procesiones. 

Con la evolución de las sepulturas, los enterramientos comenzaron a ser cada vez más especiales. Hace tiempo encontré una imagen de una escultura que me sorprendió muchísimo. Se trataba de la escultura que está en la tumba de Rene de Chalôn, príncipe de Orange, que reinó desde 1519 hasta 1544. Fue enterrado en la Grote Kerk en Breda, cerca del lugar de descanso de su pequeña hija. Su corazón fue trasladado a la iglesia de St. Pierre, de Bar-le-Duc, donde su esposa encargó al escultor Ligier Richier erigir uno de los más famosos monumentos funerarios de Francia: "Le Transi". En él el principe está representado en estado de descomposición, pero levanta con su mano izquierda su propio corazón, símbolo del amor triunfante. Es un perfecto ejemplo de la técnica del écorché, que en francés significa literalmente, despellejado o desollado. El écorché consiste en la representación de una figura anatómica desollada, en la que se muestran sus músculos y otros órganos internos. Esta técnica se desarrolló a partir de los estudios anatómicos que se comenzaron hacer en torno al 1450, cuando fue legal diseccionar cadáveres. Leonardo da Vinci fue especialista en este tipo de representación, tanto que se le conocía como el pintor-anatomista.



Durante el siglo XIX el aumento de población de las ciudades ocasionó la necesidad de un mayor número de cementerios. Entre estos cementerios cristianos europeos se encuentra mi obsesión desde hace varios meses en lo que a escultura se refiere. El cementerio monumental de Staglieno en Génova (Italia) fue construido en 1851 y es famoso por sus hermosísimas esculturas, obras de, entre otros, Leonardo Bistolfi, Giulio Monteverde y Edoardo Alfieri. En este cementerio están enterrados Constance Lloyd, la esposa de Oscar Wilde, de Ferruccio Parri (político), Fabrizio De André (cantautor) y Giuseppe Mazzini (político, activista y periodista)


El Ángel de Monteverde, o el Ángel de la Resurrección, es el nombre de una estatua que adorna una de las tumbas monumentales más famosas, la de la familia Oneto. Es una de las obras más famosas del escultor italiano Giulio Monteverde (1837-1917). Entre las obras escultóricas que representan ángeles el Ángel de Monterverde es considerado uno de los puntos altos de la escultura de género.








File:Genova-Cimitero di Staglieno-Angelo di Monteverde-DSCF9030.JPG



A pesar de que el número de cementerios cristianos a destacar es bastante amplio, entre ellos el Pére-Lachaise de Paris, el protestante de Roma o el de Montjuic en Barcelona, de excepcional belleza todos ellos, he hecho esta selección para poder nombrar brevemente a otros, de otras religiones, como los judíos (árabes no he encontrado ninguno a destacar) Tenemos por ejemplo, el cementerio judío de Praga, donde miles de tumbas se hacinan unas pegadas a las otras. Fue usado desde el siglo XV  hasta 1787. Se ha estimado que hay aproxidamente 12.000 tumbas aparentemente visibles, en las cuales descansan más de 100.000 judíos.

De acuerdo con la Halajá, uno de los textos sagrados hebreos, los judíos no deben destruir tumbas judías, y tampoco se les permite transportar una tumba a otro lugar. Esto significa que cuando el cementerio se quedó sin espacio, se emplazaron más capas de tierra sobre las tumbas existentes, de manera que las tumbas viejas quedaban desplazadas y enterradas bajo las nuevas capas de tierra. Esto explica por qué las tumbas del cementerio están emplazadas tan cerca las unas de las otras. Al final, el cementerio acumuló más de 12 capas de tierra. Aunque su belleza artística es bastante pequeña me ha parecido sumamente curioso.





El cementerio judío de Praga, en el que hay enterradas unas 100.000 personas

Por último y alejándonos del mundo occidental, viajamos hasta Japón y a su cementerio más grande, Okunoin, en el monte Koya (800m), que posee más de 200.000 tumbas. En torno al siglo IX d.C un monje eligió este monte como cuartel general de un tipo de budismo llamado shingon, uno de los más importantes. En la actualidad casi todas las familias importantes y las personalidades más famosas y ricas del país tienen su tumba en el monte, así como las grandes empresas, que tienen su espacio en el cementerio donde homenajean a sus fundadores.

Es importante saber primero que los budistas no entierran a sus muertos, los incineran. Además ellos creen en la reencarnación de las almas o los reikon (para los que tienen la suerte de descansar en paz, los que no lo pueden hacer se transforman en yureis o fantasmas).

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El templo Tôrô-dô tiene una estancia principal compuesta por diez mil farolillos de aceite


La muerte, como condición humana inevitable, ha preocupado a todas las religiones y a todo tipo de personas en el mundo. A pesar de las explicaciones que se intenten dar, absolutamente respetables y en parte necesarias para eliminar esa ansiedad que produce la muerte, nadie sabe qué ocurre después de nuestros últimos instantes en este mundo. Lo que sí es cierto es que el mundo funerario ha añadido un importante capítulo en la historia del arte y que deberíamos valorar los cementerios, no como un sitio oscuro, triste y decadente, sino como un reflejo de la humanidad y de cada uno de nosotros.

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