"Hollywood es como estar en ningún lugar hablando a nadie sobre nada"
Michelangelo Antonioni
Tras producirse un enfrentamiento entre estudiantes y policías en un campus universitario de California, un estudiante (Mark Frechette) huye del lugar y roba una avioneta para dirigirse al desierto de Arizona. Allí conoce por pura casualidad a una joven muchacha (Daria Halprin), secretaria de un abogado, que se ha desplazado hasta esa zona para meditar.
Tras el visionado de Zabriskie Point, único filme que Antonioni dirigió en los Estados Unidos, resulta hasta increíble que éste llegara a estrenarse. Probablemente, el contexto social que vivía el país norteamericano por aquellos años -finales de los sesenta- permitió su normal distribución. Eso si, nadie salvó al cineasta italiano de un estrepitoso fracaso de crítica y taquilla.
Así pues, nos encontramos ante una cinta más bien olvidada y denostada, considerada menor dentro de la filmografía de un autor con títulos tan preeminentes como La aventura (L'avventura, 1960) o La noche (La notte, 1961). Sin embargo, se trata de una película que no deja indiferente a nadie, con unas virtudes tan evidentes como sus defectos y que posee momentos sencillamente memorables.
Como en toda obra de Antonioni, asistimos a una serie de argumentos y subargumentos relacionados entre si. La escena inicial, consistente en una asamblea de estudiantes que planean una huelga, deja constancia del pensamiento revolucionario del autor y de su apoyo a las revueltas estudiantiles de la época. La feroz crítica y ridiculización de la way of life estadounidense y sus instituciones -principalmente el cuerpo policial- resulta apabullante. Tómese como ejemplo el momento de la detención del protagonista, cuando éste afirma ante el agente de la comisaría llamarse Karl Marx y el segundo, haciendo gala de su ignorancia, le cree.
Una vez Mark ha huido y conoce a Daria, una hippie que quiere estar sola para meditar, se inicia una especial relación entre ellos que encuentra su culmen en la poética orgía en medio del desierto -uno de esos momentos inolvidables de los que hablábamos. Los dos jóvenes, que no tenían experiencia alguna en la actuación, acabaron siendo pareja tras el rodaje.
El apocalíptico final, en el que Antonioni deja clara su feroz militancia contra el capitalismo, denota el pensar de unas personas concienciadas y conscientes de que vivimos en un mundo enfermo, material y vacuo.
Como ya apuntamos al inicio del comentario, resultaría absurdo negar los defectos de la cinta, principalmente debidos al uso de actores no profesionales, una estética muy ligada a su tiempo y una humilde producción -pese al aparatoso final y al hecho de tratarse de una producción de la Metro.
Lo que está claro es el enorme talento del que hace gala Antonioni en este filme y de la necesidad de recuperarlo y reivindicarlo, no sólo como un documento de época sino como una destacada obra de arte.
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