miércoles, 15 de octubre de 2014

Utopía; cuando sí hay dos sin tres


En enero de 2013 vió la luz una miniserie creada por Dennis Kelly llamada Utopia. El producto de Channel 4 fue uno de los mayores aportes de frescura y dinamismo al mundo de la series ese año tan solo con los 6 episodios que forman la primera temporada. Un thriller conspiranóico británico oscuro en contraste con la fuerza de los vivos colores su filmación. Si cuando hablamos de Twin Peaks sosteníamos que una buena forma de describir un concepto nuevo es aunando otros anteriores, al hacer lo propio con Utopia sería algo así como una novelística versión de un capítulo de Black Mirror descafeinado por su extensión -que no por su argumento- con ciertas reminiscencias crudas de A Clockwork Orange.

La línea argumental nace de una novela gráfica, un conjunto de dibujos, obra de un científico maníaco depresivo cuyo trabajo fue impulsado por y dió pie a su vez a una misteriosa organización, The Network. Los distintos intereses por dicha novela son el común denominador de los personajes principales de la trama, quienes se confuabularán a favor y en contra de los planes previstos por 'La Red'. Sin duda, implica un paseo por el gris de la ética y la moral que llevan a plantearse ciertas cuestiones de la ciencia no tan ficción.

Los puntos fuertes de esta producción televisiva son apreciados por el grueso de sus espectadores, entre ellos una encomiable fotografía que nos obsequia con bellísimos planos paisajísticos y que, a pesar de decaer una vez entrada la segunda temporada, mantiene un nivel muy por encima de lo que se solía acostumbrar en televisión. Y digo solía, pues grandes trabajos como Twin Peaks, True Detective o Fargo colaboran en eliminar esa concepción dándole un trato cinematográfico a la filmación. 



Resulta característico el aumento de contraste en ciertos colores y el papel que juegan éstos en la evolución de la historia. Todo comienza con pequeños toques de amarillo en la bolsa de Arby y el pedazo de papel en el que leemos por vez primera Utopia. En lo largo y ancho de la primera temporada el amarillo mancha de forma recurrente la pantalla mientras que el azul invade, en segundo plano, el ambiente. Así se consigue que el espectador acabe asimilando el primero de los colores con la inquietud y desconcierto que le provocan las impactantes escenas en las que aparece así como relacionando los tonos azulados con el clima de misterio imperante.

Sin embargo, con el cambio de temporada también cambia la gama de colores, parte del azul se mezcla con el amarillo resultando un chartreuse que cubre la bolsa, esta vez, de Lee. Aunque el amarillo, lejos de desaparecer, queda en un principio patente en el extravagante traje (con corbata verde) del propio Lee.

La inquietud exasperante del inicio pierde protagonismo frente a la curiosidad y la necesidad de saber más ahora que ya creemos lograr entender lo que ocurre. El cambio también se debe, en parte, a que personajes como Arby, representados por el amarillo dejan de transmitir el rechazo monopolizado por dicho color, por lo que se requiere de un nuevo tono. Por otra parte, el azul de la atmósfera evoluciona en un morado, se intensifica a la par que van surgiendo enigmas nuevos y más complejos.


La segunda temporada está a punto de acabar, la energía de la trama se hace con el control de las emociones que transmiten los protagonistas y la fuerza del amarillo inicial invade prácticamente de forma completa el plano en el último tercio de la serie.

Wilson viste un inusual naranja en el parche de su ojo derecho que no es otra cosa que el reflejo de su naturaleza, las circunstancias lo transforman, acaba vistiendo de amarillo y rodeado de un rojo muy intenso introducido por Leah, la ayudante de Milner.

También roja es la sangre que protagonizan las explícitas escenas de violencia presentes en todo el hilo argumental y que incomoda a los más sensibles.


La banda sonora es otra de las grandes virtudes de esta miniserie, tan innovadora como fascinante, refleja multitud de influencias que el autor, Cristobal Tapia de Veer, hace completamente suyas. La música en sí es una consecución de percusión, loops y samples electrónicos y vocales encajados de forma perfectamente armónica con la intención de transmitir y acompañar sensaciones tan dispares como las que nos hace sentir Utopia.

Por si lo atractivo de la música que nos ofrece Cristobal fuese poco, ésta viene con anécdota incluída. Marc Munden, el director, hizo trasladarse al músico a Londres durante seis meses para la grabación de la BSO. Al hacerlo, Cristobal dejaba atrás su estudio de grabación así como el gran repertorio de instrumentos que suele utilizar para la creación de su música, por lo que Munden quiso encontrar el estudio e instrumentos adecuados para que Tapias pudiera hacer su trabajo con la mayor comodidad posible, sin embargo, no fue esto necesario. Cristo dejó muy claro que tan solo requería de su portátil, su micrófono y dos instrumentos más que extravagantes, un fémur humano y excrementos de rinoceronte que se trajo de Zimbawe. Así fue, en poco más de medio año grabando y procesando cientos de sonidos en su ordenador se logró finiquitar una de las bandas sonoras, así como la valiente propuesta de Cliff Martínez para The Knick -música electrónica para ambientar una serie que tiene lugar a principios del siglo XX-, más rompedoras de estos últimos años. Podría sorprender esa actitud en el música dado que su formación es muy clásica pero nos comenta que no se puede evolucionar sin probar cosas nuevas, que para hacer frente al reto que Utopia le suponía tenía que arriesgarse e innovar. Sabiendo lo comprometido que era eso daba las gracias en la dedicatoria del disco a Marc Munden "for his auhenticity, vision and cojones”.

Curiosamente, el propio músico adaptó su obra para un videojuego en 8 bits que desarrolló Channel 4, aquí os lo dejamos.


En cuanto a las interpretaciones, sobresale de forma clara la actuación de Neil Maskell en el papel de Arby, el brazo armado de la organización, asesino sin remordimientos y psicológicamente muy inestable. Mas, nada desdeñable el trabajo de James Fox y Stephen Rea, quienes, aunque con papeles secundarios, no pasan desapercibidos. Algo por delante de éstos se encuentra Fiona O'Shaughnessy con una impecable actuación como la desequilibrante y escalofriante Jessica Hyde.

Haciendo justícia con el espíritu de la música que acompaña la historia, en Utopia decidieron ser valientes y auténticos aunque eso les haya causado ciertos problemas. En relación a la serie han aparecido dos fuertes polémicas. Por una parte, en el tercer capítulo vemos escenas que contienen un tiroteo por parte de uno de los protagonistas en un colegio de primaria, dicho capítulo fue emitido un mes más tarde de la masacre de la Escuela Primaria Sandy Hook, en Newton. Y por otra parte, en cierto momento se tratan diversas epidémias de gripe utilizando datos reales de las mismas, el uso conspiranoico de estas enfermedades junto a la vacuna que las evita ha sido tomado muy en serio por un grupo de personas en relación a la reciente polémica con el ébola. Por último, aunque no ha dado de sí en esta ocasión, la línea argumental incorpora, en el primer capítulo de la segunda temporada, asesinatos reales perpretados por el IRA. Estos elementos, al margen de la polémica, dotan a la serie de un realismo y verosimilitud que la hacen más interesante si cabe.


Habréis deducido ya a estas alturas que no hemos hecho referencia a una tercera temporada, pues así es, al acabar la primera con gran éxtio tardaron algo más de un año en retomar la serie y el 12 de agosto de este mismo año veíamos el final, abierto, de la segunda y última temporada. Dicho final daba pie a una tercera, sin duda, aún habían misterios por resolver y una nueva situación inquietante a la que enfrentarse pero no la habra. ¿Por qué? No es porque no tuviera audiencia suficiente, no es porque el presupuesto no diera más de sí, no es por muchísimas razones. Lo que identifico de forma bastante clara como el causante de la cancelación de Utopia es la voluntad de HBO de hacer un remake a la norteamericana, como están acostumbrados a hacer. Cierto es que la segunda temporada descuida en cierta medida la fotografía y el guión se vuelve algo predecible pero aun levantando el pie del acelerador el nivel es más que bueno, muy por encima de lo que puede ofrecer una serie inacabada.

David Fincher será el encargado de dirigirla en esta reformulada aventura junto a Gillian Flynn, actualmente podemos ver el trabajo de esta dupla en los cines con Gone Girl, esperemos ver un gran trabajo por parte de la todopoderosa HBO, capaz de falsar refranes tales como que no hay dos sin tres.


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