miércoles, 16 de abril de 2014

Fitzcarraldo (ídem, 1982) de Werner Herzog




"Para que pueda surgir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible"

Hermann Hesse


Brian Fitzgerald "Fitzcarraldo" (Klaus Kinski) es un excéntrico hombre de negocios irlandés que ha perdido toda su fortuna debido a sus cuantiosas inversiones en negocios imposibles. En esta ocasión, ha decidido construir una ópera en un pequeño pueblo peruano a orillas del Amazonas. El único apoyo con el que cuenta es el de su esposa (Claudia Cardinale), por lo que necesitará una empresa previa que le ayude a obtener el capital necesario. Su plan consiste en la explotación de una zona rica en bambú pero inaccesible geográficamente. Sus alocadas ideas parecen no tener fin cuando se decide a transportar un gran barco fluvial de un río a otro cruzando la cima de una montaña.


Del peculiar y excéntrico tándem formado por Werner Herzog y Klaus Kinski surgieron algunas de las más destacables obras cinematográficas de los setenta y ochenta. Entre ellas, destacan Aguirre, la cólera de dios (Aguirre der Zorn Gottes, 1972), Nosferatu, vampiro de la noche (Nosferatu: Phantom der Nacht, 1979) y la película que aquí tratamos, Fitzcarraldo. 

Cabe decir, empero, que Klaus Kinski no formaba parte del proyecto inicial, pero la baja por enfermedad de Jason Robards forzó la contratación del primero. Otro aspecto digno de mención es la participación inicial de Mick Jagger en el rodaje, concretamente en un rol secundario pero de cierta relevancia argumental. Debido a los continuos retrasos en el rodaje, Jagger acabó por abandonarlo como consecuencia de sus compromisos con los Rolling Stones. Si conocen mínimamente la figura de Herzog, no les sorprenderá que les diga que éste volvió a iniciar todo el procedimiento de grabación tras cada uno de estos escollos. 


Tratando ya aspectos más concretos del filme, debemos destacar el carácter obsesivo de su protagonista -hecho característico del cine del director bávaro- y el hiperrealismo de la cinta, que ofrece momentos de corte documental -Herzog realizó a la práctica aquello que nos muestran en el filme. No hay efectos especiales en Fitzcarraldo, realmente subieron un eneorme barco por una montaña mediante un complejo sistema de poleas, resultando varios trabajadores heridos. Además, la aparición de auténticos indígenas en el filme dota de mayor realismo -si cabe- al conjunto. 

Naturalmente, los costes de la producción fueron muy elevados y los problemas durante el rodaje fueron incontables. Además de la complejidad de aquello que trataban de lograr, hay que añadir el fuerte carácter de Kisnki, que fue un inconveniente para todo el mundo. Y es que el carácter obsesivo del protagonista no deja de ser un reflejo de la personalidad del director e incluso del propio Kinski.


En definitiva, una aventura inolvidable de la que se pueden extraer distintas lecturas y que sin duda supuso un logro sin igual para todos aquellos que participaron en dicha empresa. Un clásico imprescindible de los ochenta. 






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