viernes, 4 de abril de 2014

Simón del desierto (1965) de Luis Buñuel




"Empiezo a darme cuenta que no me doy cuenta de lo que digo"


Durante seis años, seis semanas y seis días Simón el estilita (Claudio Brook) ha hecho penitencia manteniéndose en pie a lo alto de una columna. Tras realizar el milagro divino de devolver las manos a un mutilado, Simón empezará a recibir las visitas del diablo en forma de provocativa mujer (Sílvia Pinal).


Concebida inicialmente como un largometraje, los problemas económicos del productor Gustavo Alatriste obligaron a Luis Buñuel a adaptar el guión inicial para cuadrarlo en una duración de escasos cuarenta y cinco minutos. Así pues, Simón del desierto es el mediometraje con que el director de Calanda cerró su etapa Mexicana, un periodo artístico que nos legó obras maestras de la categoría de Los olvidados (1950) o El ángel exterminador (1962) entre otras. 

Repleta de un humor sarcástico y socarrón, Simón del desierto es uno de los trabajos más puramente surrealistas de Buñuel, en el que los símbolos juegan un papel más que destacado.


La película que nos ocupa no se puede interpretar únicamente como una sátira de la moral católica, pues en si misma contiene una reflexión sobre la dualidad del hombre y su condición, así como una severa crítica hacia la sociedad materialista de nuestros días.

En cada una de sus apariciones el diablo se presenta en distintas formas: En la primera es una joven e inocente colegiala que trata de seducir a Simón mostrándole los senos, las piernas e incluso la lengua; luego se muestra en forma de hombre junto a un rebaño de ovejas para aparecer finalmente en una tumba y vestida de blanco con el objeto de llevarse al infierno al desesperado protagonista. 


Esta escena da lugar al brillante final, en el que Simón y el diablo comparten mesa en una discoteca moderna. La sociedad capitalista y consumista actual aparece, por lo tanto, como representación del infierno mismo. 

El Buñuel más sarcástico, cómico y brillante lo encontrarán en esta maravillosa cinta, que de haber podido ser completada de buen seguro se encontraría entre las grandes obras maestras de su autor.






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